Los guardianes del Camino

R.P.B.
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La Oficina Móvil de Atención al Peregrino de la Guardia Civil recorre a diario el tramo burgalés de la Ruta Jacobea velando por el estado y la seguridad de quienes van rumbo a Santiago de Compostela

La guardia civil Laura Tejero interesándose por el estado de unos peregrinos y explicándoles que están para ayudarles en cualquier cosa que necesiten. - Foto: Jesús J. Matías

Hoy hace una de esas mañanas que bendicen los peregrinos: el cielo amaneció ligeramente encapotado y una lluvia fina, apenas perceptible, cae mansamente.De la tierra emerge esa fragancia incomparable que procura la humedad después de tantos días de canícula infernal, y por el Camino de Santiago avanzan los romeros a paso firme. Y no están solos.Desde hace varias semanas, a lo largo de todo el tramo burgalés de la ruta jacobea -de Redecilla delCamino a Ítero del Castillo-, hay quienes velan por todos ellos: por su seguridad, por su tranquilidad, para cualquier cuestión que pueda surgirles en su devenir, porque no sólo se hace camino al andar, sino que al andar se hace camino, y en éste puede suceder de todo. Son los integrantes de la Oficina Móvil de Atención al Peregrino (OMAP) de la Guardia Civil. Laura Tejero, Javier González y PabloLaso son los guardianes del Camino en Burgos. 

Cada día, a las seis de la mañana, que es la hora a la que suelen emprender la marcha quienes tienen como destinoSantiago de Compostela, ya están ellos allí (un día un punto concreto, otro en otro) con su vehículo perfectamente rotulado y la mejor de las sonrisas para preguntar, inquerir a quienes se ponen en marcha o ya están en ello si están bien, si necesitan algo; y, de paso, informarles sobre el servicio que prestan y recomendarles que utilicen la aplicación AlertCops, que para quienes están en el Camino puede ser de enorme utilidad en caso de que se vieran en algún apuro, sea este de la naturaleza que sea: una lesión, la pérdida de algo, una urgencia, una posible desorientación...

Aunque la mayor parte de los peregrinos afirma que elCamino es seguro, la cercana presencia de esta unidad de la Benemérita se ve con buenos ojos. «Da tranquilidad y seguridad, esa es la verdad», asegura Begoña, romera madrileña que está haciendo el Camino con su marido, Alfonso, en Villafranca Montes de Oca. A la fresca del precioso Hotel de SanAntón, en el que van a alojarse, charla animadamente con Laura, que es todo simpatía y dulzura. Begoña le cuenta cómo lo lleva, que recientemente tuvo problemas en los pies a cuenta del calzado; tercia Laura que si necesita algo -tiritas, esparadrapo, lo que sea menester- puede suministrárselo: en el vehículo de la OMAP tienen botiquín de urgencia. «En general, todos los peregrinos van muy bien preparados», explica la guardia. 

Por ejemplo, los agentes llevan en su coche agua, pero rara vez es una demanda de los romeros cuando contactan con ellos. Desde hace tres semanas en que se puso en marcha este servicio del Instituto Armado, apenas han tenido incidencias. «La realidad es que la ruta es muy segura», concede Laura. Delitos, ninguno. Hace unos días, sí trasladaron a un centro de salud de Melgar a un peregrino que había sufrido la mordedura de un perro (una vez curado, le dejaron en el mismo lugar en el que le habían recogido, para que no viera alterado su itinerario); y esta semana, han dado apoyo a un italiano que había perdido la documentación: estuvieron horas buscándola por la ruta, lamentablemente en vano. Ellos mismos tramitarán la denuncia. También han dado auxilio mecánico a algún ciclista con avería en su máquina.

«Estamos aquí para auxiliar al peregrino en lo que sea», insiste Laura, que saluda y pregunta a cada peregrino con que se cruza: en Villafranca, en San Juan de Ortega, en Agés, en Atapuerca, localidades por las que se han movido durante la elaboración del reportaje. «Procuramos no interferir en su ritmo, solemos aprovechar a preguntar cuando hacen alguna parada y están tranquilos. Cuando van caminando, salvo que haga mucho calor, por ejemplo, no les molestamos. Pero sentimos que les acompañamos en cada etapa. A algunos les vemos durante varios días seguidos y casi estableces una relación de amistad», apostilla sonriendo. Es un encanto Laura, que se mete en el bolsillo a todo peregrino con el que interactúa. Javier también es un tipo majo: en Atapuerca inquiere a un romero británico sobre su estado de salud, toda vez que le ha visto entrar en el pueblo con una cojera visible; este le dice que todo bien, que tranquilo, que es una lesión de jugar al fútbol y que está haciendo el Camino sin ningún problema.

En el vehículo de OMAP hay también un ordenador y, lo que según Laura más les mola a los peregrinos, un sello del Benemérito cuerpo para estampar en la credencial de los romeros. «Les encanta que les sellemos. Tiene el símbolo de la Guardia Civil y es algo que les llama la atención y les atrae». Aunque el Camino de Santiago es seguro, tanto Laura como Javier han comprobado que su presencia reporta tranquilidad a los usuarios de la ruta. «Nuestra presencia les da seguridad y sienten esa seguridad, sin duda». Respecto de las agresiones sexuales, la agente recuerda que, en el marco de este dispositivo del Instituto Armado, está la campaña 'No caminas sola', dirigida a las peregrinas y que cuenta con recursos específicamente puestos a disposición de las mujeres que pueden utilizar en el caso de que sufran cualquier tipo de violencia. «Aunque haya mujeres solas, el Camino une mucho».

A Laura y a David la experiencia les están encantando; el trato directo con los peregrinos, el ambiente de camaradería y solidaridad que se respira. «Además, todos los peregrinos están siempre de buen humor. No hay ninguno que se queje. Somos la cara bonita de la Guardia Civil, es así. Estamos acostumbrados a tratar con otro tipo de gente o a intervenir en otras situaciones. Aquí todo es diferente», admite la agente. Recibe Laura con una sonrisa luminosa a un grupo de italianos recién llegado al pueblo a Atapuerca.Se defienden perfectamente en español. Les explica con toda la paciencia y la dulzura del mundo que existe la citada aplicación que les puede ser tan útil; ellos, raudos, corren a grabar con sus móviles el código QR con el que descargársela, mostrándose profundamente agradecidos; la charla se extiende: hablan de esto y de aquello, de la experiencia de los andarines y de lo que los guardias ofrecen, y termina Laura recomendádoles que no se pierdan visitar la Catedral ni probar la morcilla de Burgos. «Hemos hecho hasta amistad con algún pegrino», concluye, feliz, Laura, guardiana celosa y luminosa del Camino.