Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Revolucionarios

30/01/2023

Era a finales de los 90. La plataforma por el nuevo hospital de Burgos la encabezaba un grupo de díscolos médicos con diferente pensamiento político pero con los mismos intereses sanitarios, a los que en seguida se unió la sociedad civil reclamando que no se hicieran obras en el General Yagüe y se construyera un nuevo hospital.

Un buen día, a ese grupo de agitadores entre los que me encontraba, se nos citó en la biblioteca del Yagüe para encontrarnos con el director general del Insalud de entonces que venía a ponernos las pilas para que no siguiéramos con aquella machacona reivindicación. Se trataba de un tal Nuñez Feijóo, seguro que les suena. Pues bien, aquel prohombre acompañado de un numeroso séquito nos metió una bronca aderezada de sutiles amenazas sobre lo que nos podía suceder si seguíamos dando guerra. Al final de su intervención se mascaba la tensión en el aire y sólo hubo un valiente en el turno de preguntas que alzó la voz: era Joaquín Terán, miembro destacado de aquella plataforma al que siempre recordaremos.

Al final, aquella caterva de políticos se apuntó a las técnicas de la guerra y se autoproclamaron defensores de la construcción de un nuevo hospital: si no puedes con tu enemigo únete a él. Eso sí, montándose paralelamente un gran negocio para sus afines, en lo que se conoce como colaboración público-privada. Sutilezas de la política neoliberal. Llegaron más lejos que nosotros que no éramos revolucionarios profesionales.   

De todo esto han pasado unos años, pero los ciudadanos seguimos comprobando que ningún logro conseguido es definitivo. Ahí tienen a ese personaje soberbio, feudal y lenguaraz vicepresidente de la Junta, dando instrucciones a los médicos sobre cómo tienen que interpretar la ley en su afán de construir un mundo mejor marcando él el punto de inflexión entre el antes y el después, entre el bien y el mal. Es lo que tiene el poder tal y como algunos lo ejercen, se creen faros que dan luz a los que nos movemos entre tinieblas. 

A partir de cierta edad las revoluciones no se hacen, se insinúan, pero mientras el cuerpo aguante seguiremos ahí, procurando que el mundo gire alrededor de las personas y no de los espurios intereses de unos pocos.