María Jesús Jabato

Señales de vida

María Jesús Jabato


Desahogos

25/02/2022

Ya sabemos, ya, que no hay mucho prójimo por la calle Laín Calvo a las ocho de la mañana. No son horas. Tampoco hay policía, que estará a otras cosas, a otros asuntos de más enjundia que controlar el paso alocado de patinetes y bicicletas, que no se llevan sanción municipal, pero recogen a su paso las maldiciones de los pocos peatones que transitan por la calle. Estos desahogos tempraneros vienen muy bien, porque al insultar a la del patinete, que pasa cada día a cien por hora afeitando al peatón, con su casco blanco para evitar el daño de las pedradas verbales que recibe, se descarga la ira acumulada al escuchar las noticias matutinas y se llega al trabajo como una malva.

Otra cosa son los humos, la polución de los camiones de recogida de basura, que también a las ocho vacían los contenedores, sí, pero contaminan el medio ambiente y el otro medio, o sea, el ambiente entero. Estas y otras minucias urbanas se escapan al ojo de los adalides locales que profesan la religión de la Agenda 2030, catecismo laico que insta a las ciudades a oler a geranio y Mimosín, pero es que no pueden estar en todo, pobres. Bastante tienen con camelarse a los de Fuentecillas para encasquetarles las barracas a cambio de bancos y farolas.

Lo llaman negociación, aunque tiene otro nombre, pero la política ahora es así, do ut des, te doy para que me des, te doy para que me dejes en paz, para que me permitas poner la churrería bajo tu ventana, y la noria, y el tren de la bruja, que no sabemos si aún circula, ni si hay espejos deformantes y teatros chinos, que hace mucho que no pisamos las barracas, con su ambiente de flor espesa y su chirriar amarillo y decadente. Bancos y farolas a cambio de la paz vecinal, cuando los vecinos tendrían que ir con el cuchillo entre los dientes a exigir los bancos en los que no se sientan los viejos, las farolas que no alumbran la noche, las dotaciones que brillan por su ausencia pagadas con sus impuestos. ¡Barracas no!, claman los de Fuentecillas; pues claro. Y entre las imprecaciones mañaneras a los de bicis y patinetes y estos desahogos, todos nos quedamos en paz, en la paz de Alberti, paz que al alba se levante/ y a la noche no se muera, aunque mañana… Mañana será otro día y volverán los patinetes, y las bicis, y los humos, y… Pero eso será mañana.
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