La plantación de viñas se estanca en los últimos años

I.M.L.
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La creación de nuevos viñedos en la comarca cayó un 11% con respecto al boom de la uva que se vivió hace 20 años, motivado por la búsqueda de calidad y la falta de mano de obra

La plantación en espaldera es predominante en los últimos años y muchas llevan el sistema de riego incorporado. - Foto: Jesús J. Matías

El interés por plantar viñedo en el territorio de la DO Ribera del Duero sufre un frenazo, tras el fuerte tirón registrado en los inicios de esta zona de calidad. En los últimos años, la plantación de viñas se ha reducido un 11% con respecto a hace dos décadas. De las algo más de 25.000 hectáreas que hay en terreno amparado por la DO, el 30% se plantó en la última década del siglo pasado, mientras que en los diez años anteriores este porcentaje cayó hasta el 19%, lo que se traduce en 2.900 hectáreas nuevas de viñedo menos que en los años más activos en este tipo de plantaciones en la comarca.

En términos generales, el sector de la viticultura se ha estabilizado en los últimos años en la Ribera del Duero. Atrás quedan ya los 90 y la primera década del 2000, cuando las viñas crecieron en 7.679 y 5.751 hectáreas respectivamente, según los datos de la propia Denominación de Origen Ribera del Duero. En la última década, el aumento fue de 4.776 hectáreas, menos de una cuarta parte del total de superficie amparada por la DO. Una desaceleración que fundamentan desde los sindicatos agrarios en las características propias de la viticultura. «La viña es un cultivo regulado y no se puede plantar lo que quieras. Tampoco sería bueno un crecimiento sin control», aseguró José Manuel de las Heras, coordinador estatal de la Unión de Uniones, apostando por un crecimiento «sin prisa» pero constante y apostando por la calidad final de producto, que es lo que repercute en los futuros vinos, y a mejor uva, mejor precio para su venta.

Lejos de verse esta merma de plantaciones como un signo negativo, se interpreta como una tendencia natural y necesaria. «Plantar se tiene que seguir plantando pero, incluso, un poco menos que los niveles del años anteriores. Lo que no se podía era plantar en los niveles entre 2017 y 2020», remarca Javier Arroyo, responsable de Asaja en la comarca, que recuerda que «en el sector viticultor entendemos que las bodegas quieran tener mucha uva para pagarla menos, pero nosotros queremos trabajarla bien, para que tenga calidad».

De la mano de la búsqueda de la mejor uva en la zona, viene también la falta de mano de obra para lograrla, confluyendo en una tendencia a la reducción de nuevos viñedos. «Se va a plantar cada vez menos, porque tener viñas en Ribera del Duero es una esclavitud, porque si te apuntas al carro de calidad, bajos rendimientos y precio alto la viña requiere mucho trato los doce meses del año y a partir de mayo ya empezamos a encontrar problemas para encontrar personal para estas labores», denuncia Arroyo.

En la actual campaña, en el campo se estima que las viñas van adelantadas entre 18 y 20 días en su desarrollo vegetativo con respecto a la media de otros años, con un buen crecimiento de los tallos y la etapa de floración a punto de terminar, lo que obliga a los viticultores a controlar ahora el exceso de vegetación en las plantas para que no merme el alimento para el crecimiento de los futuros racimos. Las tormentas de días atrás no han afectado a lo que será la próxima cosecha y las plantas cuentan con suficiente reserva de agua.