Telefónica tiene vía libre para retirar las antiguas cabinas

D. ALMENDRES
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La multinacional ya cuenta con los permisos municipales. Zona G conservará cinco estructuras con fines artísticos y culturales

Cabina deteriorada en el centro de la capital burgalesa. - Foto: Valdivielso

Las antiguas cabinas de teléfonos supervivientes en las calles, o lo que queda de ellas, tienen los días contados en la capital. Sorteados todos los procedimientos previos exigidos para iniciar los trabajos, el Ayuntamiento de Burgos da luz verde a Telefónica para que retire lo antes posible el medio centenar de estructuras de este recordado servicio público que aún permanecen en pie.

El equipo de Gobierno considera necesaria esta intervención y confía en que se agilicen los trabajos. Al fin y al cabo, las cabinas llevan años inutilizadas. Además de afear las calles en las condiciones actuales, son un blanco fácil para la creatividad de los incívicos y se convierten en murales improvisados de dudoso gusto.

La multinacional de comunicaciones, propietaria de estos elementos urbanos, solicitó en su momento la licencia para iniciar su retirada a través de la empresa Circet.  Estaba previsto realizar esta labor el pasado año, pero el trámite se demoró más de lo esperado en los últimos meses por una cuestión administrativa ya resuelta. 

Cabinas conservadas por Zona G con fines artísticos y culturales. Cabinas conservadas por Zona G con fines artísticos y culturales. - Foto: Jesús J. Matías

Con la autorización municipal  aprobada, el Ayuntamiento de Burgos se encuentra ahora a la espera de una actuación definitiva que aún no tiene fecha programada en el calendario.

Circet también se encargará de cubrir los huecos que dejen las estructuras en las aceras y, en caso de que sea necesario, la administración local resolverá esta circunstancia de forma subsidiaria.

En el comienzo del año 2022 aún permanecían 15.000 cabinas de teléfonos en España, por lo que Burgos aguarda su turno porque la empresa aún dispone de margen para concretar un plan de actuación que afecta a ciudades de todo el país.

La cabina reconvertida en el ‘buzón del amor’ permite a los enamorados dejar sus cartas o amarrar candados. La cabina reconvertida en el ‘buzón del amor’ permite a los enamorados dejar sus cartas o amarrar candados. - Foto: Jesús J. Matías

No todas las cabinas de teléfonos están condenadas, ya que Zona G rescató cinco de ellas en Gamonal con un fin artístico y cultural gracias a la mediación del Ayuntamiento con Telefónica. Es la única asociación o colectivo que apostó por dar una segunda vida a este elemento urbano.

«Se nos ocurrió salvarlas porque creemos que forman parte del barrio», señala el gerente de Zona G, Raúl García. «Las cabinas son parte del patrimonio y  de nuestras vidas y nos daba pena que se eliminaran todas. Por eso decidimos conservar algunas en las zonas más transitadas y darlas otro uso», explica.

Dos de estas clásicas estructuras se encuentran en la calle Vitoria, una en la avenida de los Derechos Humanos y las otras dos están situadas en FranciscoGrandmontagne. Sin embargo, las obras previstas en el barrio pueden afectar a la permanencia de las últimas en la vía pública.

La decoración de los 'esqueletos'  varía en función de las inquietudes de los artistas o del interés de Zona G, encargada de su renovación y mantenimiento en una estrategia que no tiene un fin puramente ornamental. «La cabinas se pueden reutilizar. Es cierto que no tienen la función de antes porque no es necesario su servicio, pero pueden tener un nuevo uso», subraya García.

Por ejemplo, los comerciantes cedieron una de las cabinas de la calle Vitoria a la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Burgos (Adacebur). Este elemento sirve de soporte para dar a conocer su labor social, otro motivo que carga de razones a Zona G para profundizar en este proyecto.

En este momento, el 'buzón del amor' y la cabina adaptada como la de la serie británica Doctor Who conviven con la estructura con motivos navideños de la calle Vitoria, con la ya mencionada de Adacebur y el cubículo de estilo londinense situado en la avenida de los Derechos Humanos.

Zona G prepara con ilusión su nuevo plan, convertir una de estas cabinas en una librería urbana. Así, se instalarán unas baldas en la estructura abierta para que los ciudadanos puedan coger y dejar libros con libertad. «La idea es decorarla por fuera y por dentro. Funcionará si la gente quiere que funcione», explica García, consciente de que los ejemplares estarán expuestos a los robos y al vandalismo. «Si no sale bien pensaremos en otras intervenciones. Es un proyecto que en algunas ciudades ha funcionado y en otras no. Vamos a probar», concluye.