La odisea de emprender en un pueblo

LETICIA NÚÑEZ
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Hay quienes, en plena pandemia, han optado por poner en marcha sus propios negocios en la Ribera del Duero, desde Roa hasta Gumiel de Izán. Todos echan en falta más ayudas

La odisea de emprender en un pueblo

Dicen que emprender es un acto reservado para valientes. Embarcarse en un negocio en plena pandemia de coronavirus tiene aún más mérito. E instalarse en el medio rural ya podría calificarse como una hazaña suprema. A pesar de que muchas veces quienes promueven una iniciativa empresarial por su cuenta se topan con una carrera de obstáculos, no faltan iniciativas y proyectos en la Ribera del Duero.

La comarca cuenta con un tejido empresarial formado por más de 900 compañías, que arrojan un volumen de negocio de casi 2.428 millones de euros, según el informe elaborado por la Asociación de Empresarios de Aranda y la Ribera (Asemar). 

Una pujanza en la que también resulta decisiva la apuesta emprendedora. Desde Roa de Duero hasta Gumiel de Izán, pasando por localidades más pequeñas como Terradillos de Esgueva o San Martín de Rubiales. Y en todas esas localidades, o en la mayoría, quienes deciden montar un negocio suelen encontrar el respaldo de la Asociación para el Desarrollo Rural Integral para la Ribera del Duero Burgalesa (ADRI). Su gerente, Héctor Ibáñez, destaca que las ayudas Leader, una iniciativa de la Unión Europea para apoyar proyectos de desarrollo rural iniciados a nivel local con el objetivo de revitalizar las áreas rurales y crear empleo, se pueden pedir hasta el 31 de diciembre de 2021, aunque ya han cumplido con este periodo. «Hemos hecho bien los deberes, ha habido bastante reparto de fondos», indica.

Miguel Ángel Fernández ha lanzado su negocio tras 20 años en una fábrica.Miguel Ángel Fernández ha lanzado su negocio tras 20 años en una fábrica.

No obstante, Ibáñez reconoce que la incertidumbre no ayuda a la actividad emprendedora y sostiene que las consultas han caído en los últimos meses, fundamentalmente desde que estalló la pandemia. «Sigue habiendo movimiento, pero en menor medida».

En cualquier caso, la asociación tiene prácticamente agotados sus fondos europeos y se encuentran a la espera de la aprobación de las nuevas ayudas Leader. «Nos da pena no poder dar salida a más proyectos», admite, al tiempo que detalla algunos de los llamados productivos que han respaldado, como la modernización de la constructora gomellana Domi-Gonz o la rehabilitación de una casa para dos apartamentos turísticos en San Martín de Rubiales.

Entre los no productivos, es decir, aquellos vinculados a ayuntamientos y asociaciones «que permiten generar empleo y riqueza  en nuestra zona, así como mejorar la calidad de vida» figuran, tal como detalla Ibáñez, la reconstrucción del frontón de Moradillo de Roa o la mejor energética en el centro cultural de Villatuelda, entre otros.

María del Carmen del Pico pondrá en marcha dos apartamentos turísticos.María del Carmen del Pico pondrá en marcha dos apartamentos turísticos.

* Miguel Ángel Fernández ha lanzado su negocio tras 20 años en una fábrica: «Abrí el restaurante el día 13 de marzo y el 14 tuve que cerrar, pero no pierdo la ilusión»

El drama de la hostelería esconde muchos rostros. Uno de ellos es el de Miguel Ángel Fernández Escudero. Tras veinte años trabajando en una fábrica de Aranda, decidió que había llegado el momento de pedir la cuenta y poner en marcha su propio negocio, una cafetería restaurante. Además, tenía claro que quería apostar por su pueblo, Roa de Duero. 

Pero la suerte le dio la espalda. Fernández abrió las puertas del Terruño el día 13 de marzo y un sólo día después el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, declaró el estado de alarma para luchar contra el coronavirus.  

Carmen Zura, de Madrid a Terradillos.Carmen Zura, de Madrid a Terradillos.

«Lo inauguré con un concierto. Invertí cerca de 60.000 euros para reformar el local, un sitio con muchas posibilidades de desayunos, comidas y cenas, ya que está en un sitio espectacular, pero pasó lo que pasó», cuenta, sin querer darle demasiadas vueltas. «Tropezón tras tropezón, aunque habrá gente que esté peor», añade. 

Sin fiestas, ni puentes, tras varios meses de cierre y ahora con la prohibición de atender a los clientes en el interior por orden de la Junta de Castilla y León, Fernández, de 44 años, lamenta que las pérdidas se acumulan y de las ayudas directas apenas hay noticias. «Intentamos sobrevivir, aunque te comen todos los gastos, es inviable tener todo en marcha», explica, recordando que en los meses de verano su negocio funcionó «a las mil maravillas», con cerca de 30 menús diarios.

Así las cosas, a este raudense no le quedó más remedio que, entre confinamiento y confinamiento, trabajar en un matadero para salir adelante:«No se me caen los anillos, aunque sí que es verdad que el ánimo está trastocado, estas situaciones te dejan un poco bajo». No obstante, a pesar de su mala fortuna, Fernández confía en seguir dedicándose a la hostelería, su pasión:«No pierdo la ilusión. También creo que en la vida hay que hacer lo que te apetece». 

Marcela Muresán ha reformado íntegramente su tienda de alimentación.Marcela Muresán ha reformado íntegramente su tienda de alimentación.

* María del Carmen del Pico pondrá en marcha dos apartamentos turísticos: «Emprender es una carrera de obstáculos. Si no tienes dinero, no te ayuda nadie»

María del Carmen del Pico lleva inmersa cuatro años en lo que ella misma define como «una carrera de fondo» para rehabilitar una casa y preparar dos apartamentos turísticos en San Martín de Rubiales.

«Me ha costado dios y ayuda que la Diputación de Burgos me aprobara el proyecto. Cuando lo conseguí, estalló la pandemia», lamenta. Sin embargo, tras llegar a este punto, asegura que no está dispuesta a tirar la toalla: «Se necesitan muchas autorizaciones y es cierto que cualquier otra persona lo habría dejado, pero yo soy muy cabezona». 

Fernando de Domingo, la modernización de una constructora familiar.Fernando de Domingo, la modernización de una constructora familiar.

En su opinión, emprender se asemeja a una carrera de obstáculos. «Entras en una baremación para ver si te corresponden ayudas. Pero lo que está claro es que si no tienes dinero, no te ayuda nadie, necesitas al menos el 40% para que luego el banco te financie el resto. Es muy complicado poner en marcha tu propio negocio». En su caso, indica, cuenta con una serie de ahorros fruto del trabajo de toda una vida, pero tampoco quiere meterse «en una vorágine de gastos». 

Así las cosas, se decidió a comprar una casa en San Martín de Rubiales, que le gustaría orientar al turismo ecológico, aprovechando la cercanía con Peñafiel, de forma que, por ejemplo, se pueda ir a vendimiar. Unos apartamentos destinados también a quienes quieran ir al pueblo y no perder las raíces. 

Ahora, después de cuatro años desde que emprendió esta iniciativa, para la que cuenta con un presupuesto de unos 200.o00 euros, Del Pico empieza a ver la luz al final del túnel. Las obras han empezado este mes y espera que no se prolonguen más de un año. Cada apartamento contará con dos habitaciones, dos baños, cocina y un salón-comedor. «Llega un momento en el que caes en el desaliento. Esta es una segunda opción para mí, no voy a dejar mi trabajo», precisa en plena incertidumbre por cómo será el turismo del futuro.


* Carmen Zura, de Madrid a Terradillos: «Me vine sin conocer el pueblo. Mi familia me decía que estaba loca»

A Carmen Zura  el coronavirus le ha obligado a dar un giro de 180 grados en su vida. En julio cambió Madrid por Terradillos de Esgueva. Una ciudad de más de seis millones de habitantes, por un pueblo con 60 personas que ni siquiera conocía. En marzo se quedó en ERTE, buscó opciones y, entre medias, como ella misma admite, se desesperó. Hasta que su hermana, que vive en Aranda, le propuso probar suerte en la Ribera del Duero.

Dicho y hecho. En cuanto finalizó el estado de alarma, Carmen se plantó en Terradillos, donde buscaban a alguien para gestionar el bar municipal. «Una vez vi el local, me enamoré. No me lo pensé dos veces», cuenta. A partir de ahí fue todo rodado, hasta tal punto que abrió las puertas de este antiguo lagar el 1 de agosto. «Mi familia me decía que estaba loca, pero yo estoy encantada», asegura. Lo dice, entre otras cuestiones, por el recibimiento que ha tenido entre los vecinos:«He encajado perfectamente. Después de todo, me siento una privilegiada y, además, tengo una calidad de vida superior que en Madrid».

Zura agradece todas las facilidades que ha recibido a la hora de emprender en Terradillos de Esgueva, empezando por «el apoyo incondicional» de su alcaldesa, Montse Monje, y continuando por el hecho de pagar un alquiler simbólico por el local. Así las cosas, esta ecuatoriana, que lleva en España desde 1998, dispone de más de veinticinco referencias de cerveza y recalca que su meta es tener el doble de cara al verano. 

«Quiero crear un ambiente acogedor, que la gente venga al bar a compartir, a charlar, a celebrar sus cumpleaños... Todo con variedad de cervezas y tapas y, con el tiempo, también me gustaría enfocarlo a un pub nocturno», indica. Por ahora, las restricciones impuestas a la hostelería para atajar los contagios por coronavirus están frenando los planes de Carmen, quien pese a todo se muestra ilusionada:«He hecho realidad mi sueño. Me gusta el riesgo, estar al límite. Me sé adaptar a los cambios y aprender de todas las experiencias». 


* Marcela Muresán reforma íntegramente su tienda de alimentación: «Me ha quedado muy bonita la tienda. He hecho un esfuerzo muy importante» 

Marcela Muresán está acostumbrada a los retos. Al fin y al cabo, como ella misma recuerda, llegó a España hace ya catorce años procedente de Rumanía, tuvo que empezar de cero, aprender un idioma, trabajar en el campo al principio y en la hostelería después, hasta que consiguió poner en marcha su propio negocio. 

Lo hizo hace seis años en Roa de Duero, donde abrió una tienda de alimentación, especializada en comida rumana. Ahora, en plena pandemia provocada por el coronavirus, ha dado un paso más trasladándose a un establecimiento más grande y contratando a una persona. «Pagaba un alquiler muy elevado y el local estaba hecho una porquería, se inundaba con frecuencia y la dueña no quiso arreglarlo», lamenta. 

Muresán puso fin a esta «desagradable» situación solicitando un préstamo, que le sirvió para acometer la reforma de su nuevo establecimiento el pasado octubre:«No me quedaba otra. La tienda ha quedado muy bonita. Ha sido un esfuerzo muy importante», al que también ha contribuido en parte la Asociación para el Desarrollo Rural Integral de la Ribera del Duero Burgalesa (ADRI). 

La de Muresán es una tienda de ultramarinos de las de toda la vida, en la que se pueden encontrar todo tipo de productos, desde leche, aceite o azúcar, hasta  embutidos diversos, sin olvidarse del servicio de pastelería y panadería, un sinfín de chucherías, bebidas o productos rumanos. 

No obstante, la pandemia ha mermado su clientela. Esta emprendedora de 46 años cuenta que cunde el miedo a los contagios y que muchas personas no salen como hacían antes de la pandemia. Pero no solo eso. Las compras en los supermercados también le afectan. A su negocio y, por ende, a la vida del pueblo, que de agravarse este tipo de tendencias acabaría traduciéndose en una mayor pérdida de servicios en el medio rural.


* Fernando de Domingo, la modernización de una constructora familiar: «Intentamos estar a la vanguardia. Se logra a base de muchas horas y mucho trabajo» 

En Construcciones Domi-Gonz no se conforman. Nunca lo han hecho. Tampoco en plena pandemia. Esta empresa familiar que se dedica a la construcción de edificios, viviendas y naves, reformas, así como a la excavación o a la instalación de cubiertas, entre otras tareas, decidió dar un paso más en su modernización, pese a que las circunstancias, a priori, no parecían las mejores. En febrero del año pasado, a las puertas de que la covid pusiera el mundo patas arriba, invirtieron cerca de 20.000 euros en una máquina trituradora, «la última tecnología para machacar escombros», explica uno de sus socios, Fernando de Domingo.

Todo ello, dice, «porque no queremos quedarnos parados. En teoría, la rentabilidad llegará a la larga, eso dicen los números. Luego ya se verá lo que sucede en la práctica». Sea como fuere, De Domingo tiene claro que es el camino a seguir para continuar «en la vanguardia» desde Gumiel de Izán, una senda que emprendieron allá por 1998 cuando trajeron a la Ribera del Duero una telescópica. 

«Creo que emprender va o no va en el carácter de las personas. Eso sí, quienes lo hacemos es a costa de echar costillas y muchas horas. Trabajamos un montón, fines de semanas y lo que haga falta», precisa. 

En cualquier caso, De Domingo echa en falta más subvenciones para los emprendedores rurales. Asegura que en los casi 20 años que lleva en este negocio, apenas han recibido ayudas, salvo la que les proporcionó la ADRI. 

De cara al futuro, se muestra ligeramente optimista. Lo dice porque «siempre hay jóvenes que se están lanzando, sobre todo, a hacer reformas de casas». Sin embargo, todas las obras para viviendas de veraneo o fines de semana se han paralizado, a su juicio, porque «la gente tiene miedo, otra vez los hijos están en ERTE y los padres optan por guardar el dinero por si les toca tirar del carro como en la crisis de 2008».