Mucho más que una cata de vino a lo grande

L.N.
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La vuelta de los Premios Envero esconde un trabajo minucioso: los 1.000 catadores degustaron 1.278 botellas que 2 días antes 'taparon' 4 funcionarios en presencia de un fedatario para guardar el secreto

Mucho más que una cata de vino a lo grande - Foto: Valdivielso

Los grandes eventos se componen de un sinfín de pequeños detalles. Así ocurre con los Premios Envero. La cata arroja números de relevancia: 1.000 degustadores prueban 1.278 botellas de 213 marcas, procedentes de 86 bodegas distintas adscritas a la Denominación de Origen Ribera del Duero. Ahora bien, el camino que desemboca en este concurso enológico esconde un proceso minucioso en el que no se deja nada a la improvisación.

Porque los Envero son mucho más que una cata al uso. La maquinaria echó a rodar en febrero. Hay "muchos palos que tocar", explica Javier Iglesia, técnico del Ayuntamiento de Aranda de Duero. Desde el proceso administrativo, hasta la captación de bodegas, de presidentes de mesa y, por supuesto, de los catadores. "Estos premios son como un menú que tarda mucho en cocinarse, pero se consume en poco tiempo". Los participantes, continúa, "ven la parte bonita". Mientras, las entretelas se reservan para unos pocos privilegiados. Más concretamente, solo cuatro funcionarios públicos se encargan de manipular los vinos en presencia de un fedatario público. En este caso, la secretaria y el vicesecretario del Consistorio, "que dan fe de que la cata ha sido honesta, limpia, ciega y sin ningún tipo de manipulación", detalla Iglesia sobre un proceso de preparación que califica como "largo y complejo" y en el que una parte de la producción es municipal y la otra se externaliza.

Primero comprueban que los caldos que han recibido se corresponden con los previamente inscritos. Después, se organizan por categorías: rosados, tintos jóvenes, roble, crianza, reserva, alta expresión y en esta edición por primera vez se han incluido los blancos albillo mayor. Dos días antes del gran evento que se celebró en el Recinto Ferial tras dos años de parón obligado por la pandemia, los caldos se enfundan, de forma que nadie sepa ni la marca ni la bodega a la que pertenecen, y les colocan un código. "Es muy bonito", sostiene Iglesia. También se hace una especie de simulacro previo y se imita la cata paso a paso para asegurarse de que el acto marcha sobre ruedas. Siempre con el sigilo como premisa: "Todo se hace en secreto, sin que nadie conozca a qué comité le corresponde cada vino".

En paralelo se trabaja en la logística, se colocan las 1.000 sillas que ocupan los 26 comités de cata formados por 40 personas cada uno. Entran en juego los servicios de limpieza, mantenimiento, camareros, técnicos de sonido... Los blancos y rosados descansan en las neveras del Recinto Ferial. Y, a las 8 de la mañana, llega otro de los momentos clave: toca descorchar las 1.278 botellas de Ribera del Duero.

Después, una procesión de camareros perfectamente sincronizados se encarga de repartir las botellas tapadas por las mesas para que "un público diverso" compuesto muchas veces por grupos de amigos y familiares que repiten año tras año "disfruten de una mañana divertida y aprendan", dice Iglesia. Los catadores que no perdonan la cita rondan el 60%. También los presidentes de mesa suelen ser "muy fieles" al concurso.

No es necesario contar con conocimientos previos de enología o sumillería. Basta con tener ganas de pasar un buen rato. Participa gente de multitud de edades y llegados de todas las partes de España. Este año, en el que Aranda ejerce como Ciudad Europea del Vino, también desde Argentina, Uruguay e Italia. Luego, muchos aprovechan para degustar el lechazo asado y disfrutar de las actuaciones musicales que acoge la Plaza Mayor arandina dentro del Envero Fest.

A todo ello se suma el servicio informático, fundamental para recibir la información de los catadores y hacer el conteo. "Todo esto también son los Envero", resume Iglesia. Y todo eso, a su vez, se concretó unas horas después en la lista de ganadores. En la categoría de blancos, triunfó 'Vitulia Albillo sobre Lías' de Bodegas Vitulia; en rosado, 'Raíz Rosado de Lágrima' de Raíz y Quesos Páramo de Guzmán; en tinto joven, 'Raíz Voy Olé' de la misma bodega que en la categoría anterior; en joven roble, 'Señorío de Bocos Roble 2020' de Señorío de Bocos; en crianza, 'López Cristóbal-La Colorada 2019' de Bodegas López Cristóbal; en reserva, 'Nabal Reserva' de Bodegas Nabal; y en alta expresión, Rippa Dorii Salomón de Altos de Ontañón.

La gala de entrega de los premios, que la alcaldesa de Aranda, Raquel González, definió como "un referente indiscutible" se celebrará el martes 21 en el Museo Reina Sofía. Por su parte, la concejala de Promoción, Olga Maderuelo, destacó la puesta en valor del patrimonio y la cultura ligados al mundo del vino: "Todos somos embajadores del territorio". El broche final llegó con un brindis por La Palma.

Suben las ventas. Por su parte, el presidente del Consejo Regulador de la DO Ribera del Duero, Enrique Pascual, se mostró satisfecho con los datos de ventas de 2021, con crecimientos del 17% para los vinos con Denominación de Origen de Castilla y León tanto en volumen como en valor, según un informe de Nielsen que dio a conocer la Junta. En el caso de Ribera, Pascual no precisó cifras, pero sí que "en algunos casos han subido dos puntos porcentuales, mientras que otros han crecido un 20%". A su juicio, "es una buena noticia" y, a partir de ahora, "falta recuperar el canal Horeca, un poco descolgado en relación a antes del covid".