Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Ciencia, mujer

08/02/2023

No fue Keats, poeta del romanticismo, quien al brindar en una cena convocada por el pintor Benjamin Haydon en diciembre de 1817 y acusar a Newton de destruir la belleza del arco iris convirtiéndolo en un prisma influyera en la escasa presencia de la mujer en el campo de la investigación científica y de la técnica. Tampoco Lorca al escribir que debajo de las sumas y divisiones había un río de sangre tierna. Ni otros recelosos de que la ciencia no alcanzara para explicar lo que en la vida puede suceder, caso de Cernuda cuando se preguntaba sobre dónde va el amor cuando se acaba, como otros, menos elevados, se preguntan dónde va aquello que con un clik decidimos eliminar para siempre de la papelera de nuestro ordenador. No es por lo que ellos dijeron, no, ya que entre ciencia y técnica y poesía y literatura siempre, desde Homero, ha existido una intensa correspondencia. Un poeta es un laboratorio. Además ciencia y técnica nos proporcionan puentes que contemplamos con el mismo asombro que el hombre primitivo debió contemplar el fuego y que como a él ese dios suyo, nos permiten superar abismos que la vida encierra.

Las causas de la escasa participación de la mujer en la Ciencia y en la Técnica ya sabemos que han sido otras relacionadas con un modelo productivo y social, educativo y cultural que dificultaban o simplemente imposibilitaban eso. Investigar es tener la mente en un viaje, en una exploración continua que, salvo excepciones (a veces ignoradas, a veces también usurpadas), no era compatible con el papel que la mujer tenía asignado. Ahora, el desarrollo de políticas de igualdad de género busca dar un vuelco a eso e iniciativas de impulso institucional, como la que tiene lugar estos días con la celebración de la XII Semana de la Mujer y la Ciencia organizada por el CENIEH y la UBU, pretenden despertar esa vocación entre el alumnado femenino. 

Igual que el pensamiento lo volcamos en la Ciencia, necesitamos también volcarlo para mantener el espacio que habitamos y al que llegamos como huéspedes queridos, no como adversarios. Si hablas de Ciencia, parece necesario hablar de sostenibilidad (a ello se dedica una Mesa), de responsabilidad, de ética. Elvira Lindo, en una hermosa columna sobre Mary Shelley el domingo pasado contaba cómo esta anticipó que un hallazgo científico debe obedecer a una ética; que sin límite, puede desencadenarse el desastre. Shelley también volcaba pensamiento.