El Comando Pinturillas contraataca en Medina de Pomar

A.C.
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Daniel Gómez, José Julio González y Jorge Díaz conforman un divertido trío de jubilados activistas de la belleza que ponen arte donde otros dejaron grafitis, suciedad y degradación

El Comando Pinturillas ultimando el segundo mural de la plaza de Somovilla. - Foto: A.C.

Dani, el de Rubiera; José Julio, el maestro; y Jorge, el de los coches, forman el Comando Pinturillas desde que el pasado otoño su buen amigo Eugenio Cabrejas comenzara a denominar así a este trío de activistas del arte que buscan dignificar espacios degradados. Allá donde otros hacen pintadas o superponen un cartel sobre otro creando lo que termina siendo un amasijo de papel, ellos prefieren ver murales y cuadros llenos de color y armonía.

Son Daniel Gómez, José Julio González y Jorge Díaz. Los tres comenzaron a manejar pinceles en 2017 gracias al taller de pintura que desde entonces dirige el artista Fernando Alea en el Ateneo Café Universal. Antes solo sabían de brocha gorda. Gracias a lo aprendido todos los viernes del curso y a los dos murales que todos los alumnos del taller realizaron juntos en la calle Mayor y junto a la Escuela Municipal de Música, ahora se atreven en solitario y con paredes de gran formato. "Más que valientes, somos inconscientes", bromea Jorge.

Pero la realidad es que en poco más de una hora en que DB les acompañó mientras pintaban el segundo de los tres murales previstos para mejorar la plaza de Somovilla, todas las miradas se volvían para observarles y más de una decena de personas, sobre todo mujeres, les mostraron su admiración. "Ay que bonito. Qué chulo os está quedando chicos. Ay que cosa tan bonita. Sois unos artistas de verdad. Me los voy a llevar a mi casa que lo hacen de maravilla...". Piropo tras piropo y ellos, al lío. Incluso César comenzó preguntándoles si esa pintura aguanta a la intemperie para a renglón seguido dejar caer eso de "es que yo tengo una pared en mi casa...". Pero no hubo suerte, porque de momento, el Comando Pinturillas solo pinta por placer y lo del mural de su casa quedará para "cuando volvamos a la edad de trabajar".

activos. "Lo pasamos de cine, porque es un trabajo voluntario", dicen estos tres activos jubilados. José Julio, el único medinés de cuna, que fue logopeda en el colegio San Isidro en su última década antes de la jubilación, es el manitas del Ateneo Café Universal. "El técnico de mantenimiento", puntualiza Jorge. Se encarga del montaje de las exposiciones junto a Chus Oleaga y siempre está al pie del cañón en todas las reformas y mejoras del local de la calle Mayor, un centro cultural que trata de revitalizar el casco histórico con su constante actividad.

Mientras, Jorge, que se dice "cantabrón", es el más polifacético, puesto que repara y mantiene a punto su colección de coches clásicos, viaja, anda en moto y claro, su nieta dice que "mi abuelo es guay". En su vida activa trabajó en la central nuclear de Santa María de Garoña, pero le daba tiempo hasta para tener un pequeño rebaño de vacas y ovejas. Mientras, Dani, que llegó de Poza de la Sal hace 46 años cuando se casó con una medinesa, le da a la bicicleta y aunque pasa de los 70 años aún puede con una ruta de 60 kilómetros. El jueves celebraron una comida con el resto de alumnos y alumnas del Taller de Pintura, un grupo muy heterogéneo, pero que coincide en "la forma de pensar sobre el valor de la amistad y los sentimientos".

El Comando Pinturillas se encarga de la conservación de los sesenta cuadros del Museo a Cielo Abierto del casco histórico, puesto que hay que barnizarlos de forma periódica para garantizar su pervivencia a la intemperie. Después de las últimas fiestas del Rosario se pusieron manos a la obra para eliminar buena parte de las pintadas que dejó ROES. Pero tenían la espinita del mal aspecto de la plaza de Somovilla, agravado por el abandono que sufre el Hotel Las Merindades, cerrado hace casi dos décadas. Todas sus ventanas rotas se habían tapado con paneles de madera que se llenaban de cartelería y ahora lucen tres cuadros, uno de Fernando Alea, otro de Mariví, Inés y Estibaliz, alumnas del taller, y otro del Comando Pinturillas. Están por llegar dos obras más. Gracias al comando una de las grandes paredes degradadas de los bajos de la plaza ha dejado atrás los jirones de papel y ya está convertida en un precioso mural y tras la puerta que ahora están transformando llegará un tercer mural. No tienen más planes. Pero si surgen ideas, contraatacarán.