«Lo que hacemos no salva la vida a nadie, pero se la alegra»

ALMUDENA SANZ
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Julián Sastre, burgalés nacido en Córdoba en 1980 y guionista de 'Siete vidas', 'Aída' y 'El pueblo', habla de creatividad, censura, cine, recuerdos, proyectos...

«Lo que hacemos no salva la vida a nadie, pero se la alegra»

Se ha topado con la Iglesia por uno de sus diálogos en Siete vidas y se tuvo que sentar en el despacho del embajador de un gran país para dar explicaciones de las alusiones que a su territorio se hacían en Aída. Gajes del oficio. Unas molestias que Julián Sastre cuenta entre risas sentado en una terraza junto al Monasterio de San Juan, cerca de la puerta por la que entraba a catequesis en la iglesia de San Lesmes, tomando un agua con gas en un clásico de su barrio. Guionista de las citadas series y de El pueblo, entre otros proyectos, pasa unos días en la ciudad que considera la suya, aunque realmente su primer lloro se escuchó en Córdoba, en 1980. A orillas del Arlanzón, la tierra de su madre, se mudó definitivamente con seis años. «Me siento de aquí, porque es donde vengo, donde está mi familia... Soy burgalés».

Estudió en el Liceo Castilla hasta COU. Arsacio y Cándido, pintorescos personajes de El pueblo, se llaman así por dos maristas de ese colegio (Arsacio sabe que ese papel está, salvando las distancias, inspirado en él, y le agrada). Pero entonces aún no sabía que quería ser guionista. «Yo de pequeño quería ser detective, quizás para vivir aventuras». «Pero sí me gustaba contar historias, hasta en los campamentos me las inventaba; igual no tenía exactamente la forma, pero sí el fondo. Y en la carrera sí sentí claramente que era lo que me apetecía».

Esa carrera le llevó a Salamanca, donde cursó Comunicación Audiovisual y empezó un máster de guion. «Mientras lo hacía me presenté a pruebas para varias series y me llamaron para entrar en Siete vidas, que era la que a mí me gustaba. Fueron un montón de pruebas, una entrevista personal... No tardé mucho en ser jefe de Guion», relata sin dejar de advertir que en aquel momento el oficio no vivía el boom actual, con cada vez más plataformas a las que alimentar. «Fue la leche. Era la primera vez de todo, la primera vez que dices algo y se queda, el primer gag que escuchas en boca de un actor y ves que funciona, la primera vez que alguien te dice, 'ostras, cómo me he reído con esto...'. Te das cuenta de que lo que haces no le salva la vida a nadie, pero sí se la alegra. Y eso me gusta».

Enlazó Siete vidas con Aída, de la que fue guionista y productor ejecutivo. «Todos los proyectos que he hecho son en comedia los más largos de la historia de España. Son series que incluso llegan fuera. Sorprende la repercusión que pueden alcanzar cosas que escribes sin tener ni idea de adónde van, porque de repente alguien está viéndola en una isla remota o en un pueblo perdido».

Sin mucho tiempo para olvidarse de los castizos personajes de Aída, se adentró en el medio rural con El pueblo, el otro gran éxito en su currículum. Va por la cuarta temporada y su renovación se negocia ahora. Se graba en Soria, pero a punto estuvo de ser Burgos la provincia elegida. «Estuvimos mirando un montón de pueblos, también en Burgos. A mí personalmente me gusta hablar de Burgos, publicitarlo en la medida de lo posible».

Su hoja de servicios se completa con trabajos en teatro y en cine y una faceta como formador. Ha sido profesor en cursos y másteres de guion y actualmente se encuentra entre los responsables del Laboratorio de Creación de Series de la SGAE, donde dirige a otros profesionales para convertir en realidad ideas que, de momento, solo viven en el papel. «Lo estoy disfrutando mucho».

¿Un guionista nace o se hace?
Si no te haces, es imposible, eso seguro, pero sí creo que hay que tener un talento más o menos innato que poco vale si no lo trabajas. Para todos los géneros tienes que aprender, de hecho es una carrera en la que lo haces constantemente, una vez que sabes algo no te sirve para aplicarlo a cualquier proyecto porque no todos funcionan igual, pero luego hay algunos géneros, como la comedia, que sí requieren tener cierta chispa, que la tienes o no; ese puntito sí es más complicado de aprender.

¿Ha llamado alguna vez el drama a su puerta?
Prácticamente en todas las comedias he metido un punto dramático, pero si hablamos de solo drama al uso, no. Los géneros están muy mezclados ya, son híbridos, si a un dramón le metes toques de comedia, respira un poco mejor y te permite contar mejor la historia.

Mucha gente habla de que el humor es el mejor vehículo para que lleguen temas espinosos...
Sí, es una buena manera, está bien que te hagan reír y pensar a la vez.

¿Dicen también que es más fácil hacer llorar que reír?
No lo sé, las dos cosas son complicadas. Depende. Pero sí me parece que a veces la comedia es un poco más delicada, como espectador si un drama no te gusta dices 'bueno, vale', pero si una comedia no te hace reír se la ataca más.

¿Se la exige más?
Sí, se puede criticar con más facilidad. Al final, el proceso es el mismo: intentas contar una historia.

¿El equipo detrás de la cámara se ríe tanto como el público cuando ve una serie cómica?
A veces te ríes mucho, pero gran parte del tiempo estás escribiendo y estás tenso, y en rodaje, también, si no sale una escena y se tuerce algo hay tensión. Detrás hay un trabajo muy profesional, no siempre es un cachondeo.

¿No siempre, pero a veces sí?
A veces, sí, pero como en casi todos los trabajos. Es verdad que en este haces comedia, si hay buen rollo lo puedes disfrutar mucho.

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¿Cuál es el primer mandamiento del guionista?
No hay una tabla, y si la hay, yo no me la sé. Supongo que el primero es no aburrir y el siguiente, interesar.

¿Hay competitividad? ¿Son un gremio más de hacer piña o de clavarse puñales?
Depende de la personalidad de cada uno, pero no creo que lo normal sea poner zancadillas. Es verdad que es un mundo complicado, hay egos, porque al final tiene un punto de narcisismo, y si no lo sabes rebajar, lo pasas mal y no lo disfrutas. Si se juntan varios caracteres así pueden chocar, pero en la vida siempre es mejor disfrutar lo que tú haces y saber que tampoco estás salvando la vida a nadie. Aunque ahora tengamos más foco, hay que relativizar.

(La entrevista completa, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)