Repobladores y emprendedores

B.A.
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Raúl Gredilla se instaló en Covarrubias hace casi dos años. Pedro Aizpun lo hizo meses después. Allí se conocieron, conectaron y en unos días abren la Taberna de Doña Sancha

Raúl Gredilla (izq.) y Pedro Aizpun en la primera planta de la Casa de Doña Sancha, donde los clientes también podrán disfrutar de sus tapas. - Foto: F2 Estudio Rebeca Ruiz

Entre ellos se llaman de forma guasona repobladores, pero lo cierto es que los dos han dejado sus ciudades atrás para iniciar una nueva vida en Covarrubias, donde se conocieron, conectaron y se han embarcado en un proyecto común: la Taberna de Doña Sancha, un nuevo negocio hostelero que abrirán en unos días en esta emblemática casa con más de cinco siglos. 

Raúl Gredilla llegó a la villa rachela, de donde es su madre, en septiembre del 2019 con su mujer y su hija. Tras pasar fines de semana y veranos en ella para que su pequeña tuviera un arraigo al pueblo decidieron dar un «giro total» a su vida y apostaron por vivir en el medio rural. «Cada vez que nos íbamos la niña se quedaba muy triste, así que apostamos por buscar un ritmo más tranquilo, disfrutar de esas cosas que ofrece el día a día aquí y que en la ciudad pasan desapercibidas. Queríamos vivir esa experiencia y hasta ahora está siendo muy satisfactoria», comenta el emprendedor, que vivía en Valladolid, donde dejó su trabajo. 

Entre paseos por los huertos y tertulias en los bares, Raúl conoció a Pedro Aizpun. Este madrileño comenzó su relación con Covarrubias por trabajo, cuando el Ayuntamiento encargó un proyecto de reposicionamiento turístico a su empresa, A dos horas de, y que empezó a desarrollar en octubre de 2020. «Para hacer el trabajo no hacia falta que viviera en Covarrubias, pero me lanzaron el guante y decidí asumir el compromiso y residir aquí al menos durante la duración del contrato», comenta Pedro, que terminó el encargo del Ayuntamiento en cuatro meses pero sigue viviendo en Covarrubias, desde donde teletrabajando en su empresa. «Sentí esa conexión al llegar. En este pueblo pasan cosas que no suceden en otros, hay mucha inquietud», asegura el emprendedor, que alquiló la Casa de Doña Sancha cuando llegó y a la que han decidido darle otra vida ahora. «Raúl me decía que encontrar un local en Covarrubias estaba complicado y yo vivía en la casa más fotografiada de la villa, utilizando solo la segunda planta, por lo que estaba muy desaprovechada. Miramos las opciones, pensamos que había un nicho sin cubrir y nos lanzamos». 

Y es que Raúl, que tiene formación en hostelería, siempre había soñado con poder montar un negocio en el pueblo y ahora lo va a hacer con un modelo diferente, de proximidad, apostando por los productores locales y el kilómetro cero. «Queremos que la gente pueda probar los embutidos que hace el carnicero de aquí, los quesos del pueblo de al lado, o los tomates de las huertas de Covarrubias», comenta Raúl, que está terminando de definir una carta de picoteo «sencilla, pero con calidad», que tendrá una base y a la que irán añadiendo productos de temporada. «Las conservas, que son grandes olvidadas, también estarán, tanto para comer en la taberna como para llevar a casa». El local, que está enfocado para cubrir la hora del vermut y «el tardeo», también abrirá al público la primera planta, ahora como zona bajo reserva y en invierno para acoger exposiciones, charlas o incluso están valorando la posibilidad de instalar una zona de coworking.