Marian Peña

Observando al Mundo

Marian Peña


Violencia machista

04/01/2023

Uno de los balances más negativos del año que dejamos atrás hace referencia a la violencia que se ejerce sobre las mujeres en nuestro país, donde han aumentado el número de denuncias por violación, los casos de violencia machista y el número de muertes por esta causa, con un mes de diciembre que ha llegado a la cifra más alta de víctimas mortales desde que existen registros y un cómputo total de medio centenar de féminas que han perdido la vida a manos de sus parejas o exparejas.

En vista de los datos, parece evidente que las medidas políticas adoptadas para acabar con esta lacra no van por buen camino, empezando por la reforma legal del 'solo sí es sí' que, incomprensiblemente, ha supuesto la rebaja de penas a muchos delincuentes sexuales y siguiendo por las medidas adoptadas para proteger a las mujeres en riesgo de agresión, que se han demostrado insuficientes. Tampoco ayudan los mensajes que lanzan partidos como Vox que sigue con su negación acérrima de la violencia machista, quizá porque, en algunos casos, cuesta aceptar que la imagen que devuelve el espejo es la de uno mismo. 

Pero lo peor sigue estando en lo poco que hemos logrado avanzar en materia de concienciación y educación para cambiar la imagen que la mujer tiene en la sociedad, a la que muchos, también los más jóvenes, siguen viendo como un objeto sobre el que es lícito ejercer control.

Esto nos lo cuentan las cifras de mujeres asesinadas y agredidas pero también se pone de manifiesto en cosas más sutiles y, aparentemente, anecdóticas. Por mencionar un ejemplo, solo hay que leer estos días algunas crónicas y opiniones escritas en la considerada prensa seria sobre la separación de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa. Bajo el título de El premio Nóbel y la gheisa, un comentarista de El Mundo se permite calificar a esta mujer de decorativo parásito social que lleva toda la vida empalmando maridos ricos y famosos en contraposición a la otra parte, un respetable escritor de prestigio arrepentido de haber cometido un error porque errar es humano; todo ello tras repasar el currículum sentimental de ella y obviando el de él, que no tiene nada que envidiar.

Sí, las mujeres también tenemos derecho a vivir nuestra vida como nos da la gana y nadie puede denigrarnos por ello.