'Canta por lo que más quieras...'

ALMUDENA SANZ
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El Nido convierte el Teatro Principal en una fiesta en la plaza del pueblo en el estreno de su nuevo disco, 'Refugios a cielo abierto'

A Álvaro Herreros, Nacho Prada, Rodrigo ‘Cachorro’ Antón y Eneko Lecumberri, miembros de El Nido, los acompañaron Roger (teclas) y Daniel (bajo). - Foto: Jesús J. Matías

Con almirez, botella de anís, pandereta, castañuelas y otros instrumentos tradicionales, cantando a pleno pulmón esa pegadiza tonada popular que dice Con el guri, guri, guri que lleva la boticaria, parece que va diciendo del junquillo sale el agua..., desfilando hacia la calle con los miembros de Orégano, y con Ariadna Rubio, de TéCanela, y con todos los que anoche los acompañaron en uno de los días más especiales de sus vidas, los músicos de El Nido pusieron la guinda al estreno en directo de su nuevo disco, el segundo de su carrera, Refugios a cielo abierto. Terminaba como la mejor de las fiestas una que había empezado una hora y media antes también con la alegría de la música popular. La noche asomó emocionante, con una luz en el escenario, y con una súplica, una declaración de intenciones, un canto a la vida. Canta alto, canta fuerte, canta por lo que más quieras; desde el día hasta la noche, del verano a primavera... 

La Ronda al canto borró las cortinas de terciopelo, la lámpara de cristales y las finas molduras para convertir el Teatro Principal en la plaza del pueblo, en una fiesta para levantar los brazos y bailar la jota, cada uno en su asiento, sin tregua, también con tiempo para el regocijo, para los momentos de intimidad, que los hubo, de esos bonitos, a media luz, a media voz, a media nota. 

Al público se le veía entregado en el patio de butacas. ¡Pero quién hubiera sido uno de los músicos de El Nido! Lo dieron todo. Gozó Rodrigo Cachorro Antón, que tuvo que rehacerse la coleta un par de veces, y Álvaro Herreros, con la flauta y el violín, y Eneko Lecumberri, con una batería en la que no faltan los cencerros ni la lata de pimentón. «Es un honor estar esta noche aquí. Gracias por acompañarnos. Es emocionante estar en el Principal, en nuestra ciudad, con nuestro nuevo disco. Será una noche especial que disfrutaremos todos», dijo un emocionado Nacho Prada la primera vez que se dirigió al público, tras cantar ese aire para ser valientes, aire fundamental, aire y que crezcan alas, aire y a volar. 

Voló El Nido durante todo el concierto. Desgranó las canciones de este Refugios a cielo abierto. Una muy coral Cielos, Extraños, La piedra arde, una sobrecogedora Nana para un corazón... Llegaron los amigos. Cantaron con Ariadna Rubio, de TéCanela, Suéltame, y con Orégano, grupo que no necesita presentaciones en Burgos, especialmente emotivo para Prada, que creció a su arrullo, Seguiremos cantando.

Otra declaración de intenciones. Ellos lo harán. Insistieron en los dos años de trabajo, en el camino que les ha llevado hasta donde están, y recordaron los viejos tiempos, los primeros temas que tocaron juntos. Ese privilegio lo ostenta Trastiempo. También recuperaron Vendaval, La máquina o Renacer. 

Canción a canción, la fiesta se sentía como en casa, y cuando después de elevar las alas al sol, cual Ícaros, abandonaron el escenario, todos sabían que volverían. Pocos se esperaban que lo hicieran por el patio de butacas con El Castañero, una de las más emblemáticas de su primer disco, junto al público, a escasos centímetros de la primera fila, animando a los que ocupaban los palcos y el paraíso, antes de subir a las tablas y poner a Saltar a todos. Esa locura ya no había quien la parara. Que no son malos tiempos para el soñador ni el mundo es demasiado grande para comérselo.