Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


El debate definitivo

15/06/2022

Explican los politólogos, profesión muy de moda en los últimos tiempos, que las campañas electorales influyen poco en el resultado final: la mayoría de los ciudadanos tienen perfectamente decidido su voto aunque se declaran indecisos. Sin embargo, los debates sí pueden influir en los verdaderamente indecisos, porque si los programas apenas interesan porque su grado de cumplimiento es manifiestamente mejorable, en la contienda dialéctica de los debates, con un poco de suerte, los candidatos aparecen tal como son, y no como le aconsejan sus asesores. Una acusación bien fundada, un dato revelador que se creía desconocido, o un episodio personal puede sacar de sus casillas al político más frío y con mayor dominio de su control; o hacerle sonreír ante una metedura de pata, conmover a quien se creía inconmovible, o cometer una pifia de esas que echan abajo un perfil perfectamente diseñado por técnicos de imagen.

El debate definitivo para las elecciones del próximo domingo, quizá el decisivo según algunos expertos, fue el que se celebró el lunes en Canal Sur. La última oportunidad de los andaluces para asomarse al interior y exterior de los que aspiran a gobernarles. Algunos politólogos afirman que en ese debate Juanma Moreno ganó con amplitud las elecciones, Macarena Olona demostró que todavía está verde en el oficio de la política aunque ha demostrado ser una parlamentaria batalladora y Juan Espadas ha aparecido más que nunca como una víctima de Pedro Sánchez. Una más. Juanma Moreno sabía lo que estaba haciendo cuando le insistió en que parecía el delegado del gobierno en Andalucía. Espadas demostró sensibilidad cuando le pidió que dejara de repetírselo, que también él tenía "corazoncito". Seguro que mucha gente, vapuleada como él, se sintió identificada con el candidato socialista.

Los debates los carga el diablo. Y también los ángeles de la guarda. Por muchas fichas, esquemas, frases aprendidas de memorias, y argumentarios con los que los intervinientes acudan a un plató, al final se encuentran solos ante los micrófonos y las cámaras, y en algunos momentos se olvidan de lo que les han indicado y aparecen tal como son. Por eso interesan infinitamente más que los mítines, siempre ante un público entregado, o las entrevistas con periodistas que generalmente peguntan más sobre los líos políticos que sobre lo que interesa a los votantes que viven ajenos a los líos políticos.

En el debate definitivo hemos visto a una Inma Nieto más hecha de lo que parecía, un Juanma Moreno que ha aprendido lo que no está en los escritos, una Teresa Rodríguez que defiende sus principios con verbo encendido, una Macarena Olona muy diferente a la del Congreso de los Diputados, y un Juan Espadas al que se le nota incómodo por las interferencias de Moncloa. Entre todos ellos Juan Marín, que asume su situación y se autoanima con eso de que la esperanza es lo último que se pierde.

Toda la carne está ya en el asador.