El centro de día de Oña reabrirá en mayo a pleno rendimiento

S.F.L.
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La actividad se retomará como antes de la pandemia -con las mismas rutinas y horarios- para 24 usuarios, y la programación cultural de la Fundación Castresana regresará en verano

El centro de día de Oña reabrirá en mayo - Foto: PATRICIA.

La Fundación Castresana, propietaria del único centro de día para mayores de la comarca burebana situado en Oña, reabrirá finalmente las instalaciones «en mayo con todos sus servicios si la situación sanitaria lo permite y la pandemia está controlada», afirma José Ignacio Castresana, presidente de la institución. Varios fueron los intentos de retomar la actividad a lo largo de estos dos años de incertidumbre pero el incremento de los contagios lo imposibilitó.

El oniense desprende positividad e ilusión por arrancar de nuevo el centro aunque confiesa que «con esta enfermedad nunca se sabe y no me atrevo a anunciar una fecha exacta de apertura porque desconozco cuando se darán las condiciones óptimas, pero confío que después de Semana Santa», añade.

Las instalaciones abrieron sus puertas en 2013 y la idea que maneja Castresana es la de «volver a los horarios y rutinas de siempre», por lo que funcionará de lunes a viernes en horario de 9.30 a 17 horas. Con una sola planta y sin barreras arquitectónicas se diseñó a la medida de las necesidades de los mayores. Consta de salas para la realización de tareas dirigidas, salón de televisión, comedor, enfermería y patio, y todos los talleres y actividades que la plantilla de profesionales que trabajaba ejecutaba con los mayores se retomarán, al igual que el servicio de atención sanitaria, las comidas, meriendas y el transporte, y el taller de terapia ocupacional.

Por otro lado y teniendo en cuenta que la situación ha variado tanto en los últimos 24 meses, el presidente de la Fundación deja claro que «empezaremos desde cero. Esto significa que ofreceremos las 24 plazas de las que disponemos», aclara.

El centro de mayores clausuró el 12 de marzo de 2020, previendo lo que «se venía encima», y desde entonces no ha vuelto a ofrecer el servicio a los usuarios. Durante los tres meses que se largó el confinamiento domiciliario y desde entonces han apoyado a los familiares y a los 18 residentes que acudían a diario tanto en el aspectos psicológico como material, convirtiéndose en un punto importante en sus necesidades. No obstante, la clausura provocó que algunos de ellos hayan tenido que ingresar en residencias o trasladarse a otros centros más lejanos como consecuencia de un acelerado deterioro físico y mental. Además, los seis empleados que la Fundación necesitaba para desarrollar el servicio perdieron sus contratos.  

Castresana manifiesta que ya trabajan en los preparativos y que percibe que los familiares de los antiguos usuarios  tienen ganas de conocer cuando llegará el momento de la reapertura. «Se trata de un lugar destinado a que los mayores puedan permanecer o entretenerse durante unas horas. Promueven un envejecimiento activo con la práctica de ejercicio y una alimentación adecuada, la búsqueda de mantener la autonomía y las relaciones sociales, además de trabajar la estimulación cognitiva y reforzar la autoestima», explica.

Otros proyectos.

La Fundación Castresana también juega un papel importante dentro de la programación cultural y de ocio de la villa condal. Las clases de la Escuela de Música comenzaron en otoño y desde entonces no se han visto interrumpidas como consecuencia de la pandemia, pero además, el equipo de dirección prepara una programación de actividades lúdicas destinada a los mayores de las que todavía no adelantan más información.

El presidente afirma que a partir de junio, la sede de la Fundación abrirá también sus puertas para «acoger exposiciones, charlas y toda actividad que vaya surgiendo, sin olvidar que cedemos las instalaciones a quienes las necesiten».