Un secreto oculto en un campo de concentración nazi

R. Pérez Barredo
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Blas Antón, natural de Fuentelcésped, estuvo recluido en Neuengamme, hecho que mantuvo en secreto y que ahora su familia ha descubierto al recibir un anillo y un reloj que le robaron los alemanes

Registro consular expedido al burgalés en París en 1946. - Foto: Foto cedida por Pilar Antón

Pilar tiene un recuerdo luminoso de su padre, al que perdió cuando ella apenas tenía diez años. Evoca a un hombre cariñoso, risueño y con don de gentes. «Era un espíritu libre, de esos hombres que se bebían la vida. Le conocían por todos los rincones. Era muy extrovertido y con mucha personalidad, con mucho carácter». Hasta aquí, nada extraordinario: se diría que es una íntima remembranza, pasada por el corazón de una hija que amó a su padre. Sin embargo, desde hace unos pocos meses Pilar tiene clara una cosa: su progenitor es un verdadero misterio para ella. ¿Quién fue realmente? ¿Quién se esconde tras el nombre de AntónAbad, nacido en la localidad burgalesa de Fuentelcésped en 1918 y fallecido por un angina de pecho en Barcelona en 1964?

Hasta hace muy poco, Pilar podía reconstruir su biografía a partir de recuerdos vagos, fechas inciertas y datos deshilvanados procedentes del relato de su madre y de sus tías. Una historia que puede resumirse así. Nacido en la citada localidad ribereña, Blas Antón fue el mayor de los hijos que tuvo el matrimonio formado por Adolfo y Rosa.Siendo un chaval, la familia se trasladó a la localidad alcarreña de Atienza, donde el cabeza de familia ejerció como cortador de pieles y regentó una bodega. Aunque siempre mantuvieron la casa familiar de Fuentelcésped, quedaron afincados en tierras de Guadalajara, donde les sorprendió la Guerra Civil.Atienza había quedado del lado de los sublevados y Antón Abad, que tenía 18 años, fue reclutado por Falange para ir al frente. Allí, en el más cruento de todos, el del Ebro, ejerció funciones de correo. Realizando tan arriesgado desempeño resultó herido. Existe un registro de su estancia en un hospital de sangre en Girona que da fe de ello.

Tras concluir la contienda, y recuperado de las heridas, regresó a casa, donde no permaneció mucho tiempo: según le contaron siempre a Pilar, su padre se alistó en la División Azul, marchó a combatir a Rusia, vivió en París y pasó recluido una temporada en un campo. Y poco más, porque Blas Antón apenas compartió nada de aquellos años de su vida con sus seres más queridos. De regreso a España se afincó en Barcelona, donde conoció a su mujer, con quien tuvo dos hijas. Pilar es la mayor. Luego la muerte le sorprendió a los 45 años. Una historia familiar más, podría decirse. Pero no. No una más. No una corriente, al menos. Hace unos meses, las hermanas Antón recibieron la llamada de Antonio Muñoz Sánchez, investigador de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Con revelaciones acerca de su padre que las dejó atónitas. Muñoz Sánchez colabora desde hace tiempo con The Arolsen Archives, el gran archivo mundial sobre el Holocausto nazi, que recientemente ha iniciado la búsqueda de familiares de deportados de todas las nacionalidades que estuvieron recluidos en campos de exterminio menos conocidos por la escasa documentación que sobrevivió a la destrucción de pruebas de aquellas industrias de la muerte. El historiador informó a las hermanas Abad de que su padre había estado en el campo alemán de Neuengamme, que estuvo operativo entre 1938 y 1945.

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