«Mi padre se quería jubilar y yo pensé que no podría»

R.N.S.
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Su juventud y lo bien que le dejó el comercio su padre animaron a Óscar García a aceptar el relevo generacional

Eusebio García, fundador de Ciclos García, junto a su hijo y actual propietario. - Foto: Alberto Rodrigo

Hace cuatro años que Óscar García lleva a sus espaldas el negocio familiar que su padre, Eusebio García, le entregó. Óscar empezó a trabajar en el local, junto a su progenitor, con solo 16 años, por lo que el mundo de las bicicletas no era algo nuevo para él. Aunque confiesa que sí que le asustaba el hecho de que el comercio de la familia pasara a sus manos. «Cuando mi padre me dijo que se quería jubilar yo pensé que no podría con todo. Estaba acostumbrado a trabajar con mi padre, era él el que tiraba del carro», comenta. Traspasar o vender eran las únicas dos opciones que tenía en la cabeza el fundador en el momento de su jubilación. «Lo que me motivó a seguir con el negocio fue lo joven que era y lo bien que estaba el propio comercio», explica el hijo.

Llegó el relevo generacional y con él, llegaron las reformas. «Yo no tenía pensado hacer ningún tipo de cambio, pero el cliente lo exigía», explica Óscar. «Tenía dos opciones, estancarnos o dar un cambio a la tienda y seguir hacia delante», añade. Vivieron el proceso del traspaso como algo que había que llevar a cabo cuanto antes, y les resultó más fácil de lo que se esperaban. «Acudimos a un notario y a una gestora para que nos ayudaran a modificar todo. Lo único que hemos mantenido como estaba ha sido la razón social», comentan padre e hijo.

De algo de lo que Óscar estuvo muy seguro es de que iba a tener clientes, después de la reforma que hizo tras la jubilación de su progenitor. Y así fue. «Estoy muy orgulloso de que mi padre me enseñara un oficio y de que me dejara un comercio con tanta clientela», comenta. Aseguran el público actual de Óscar son los descendientes de los compradores que atendió su progenitor. «El boca a boca ha sido muy importante. Donde iba tu padre a comprar las cosas, después vas a ir tú», explican padre e hijo. Por ello intenta mantener un buen trato con los clientes. «Muchos buscan el servicio y para nosotros es muy importante. Le damos mucha prioridad», explica. Eusebio recuerda cómo ha cambiado la relación con los clientes «antes te ibas a tomar un vino con el cliente y era una relación más amistosa». Cree que el trato con los clientes ha cambiado, en gran parte por la venta online, algo que le incomodó mucho en sus últimos años en el oficio. «Hoy en día la gente no es tan fiel como antes», añade su hijo. 

Óscar es consciente de que su progenitor, tras 49 años entre ruedas y pedales, ha «hecho más que su labor por el oficio». Además, da la razón a su padre cuando explica que la primera generación del negocio fue la más difícil. «Lo he tenido más complicado porque no tenía nada cuando empecé y me tuve que ganar a los clientes». Es por eso que no quiere que su padre pase aún más horas en el local. «Quiero que disfrute de la vida», dice el hijo. Aunque confiesa que, al igual que su padre escuchaba sus consejos y le pedía ayuda, él acude a Eusebio siempre que lo necesita, a pesar de que esté jubilado.

En los inicios de la firma, Eusebio no contaba con ningún trabajador. En el local únicamente se encontraban su mujer y él. Y después su hijo. Hoy en día, Óscar también tiene a su mujer pero, a diferencia de la anterior generación, él si que cuenta con un trabajador más. Es consciente de que tienen que avanzar y mejorar para poder continuar con la empresa. Por eso intenta formarse en todo lo que esté en sus manos e intenta acudir a diferentes cursos por toda la península, e incluso en Portugal. 

En esta familia corre el ciclismo por sus venas y «es un oficio precioso», aseguran.

 

HISTORIA.

Eusebio García era albañil y aún así trabajó en la fábrica de motos, bicicletas y ciclomotores G.A.C. mientras lo compaginaba con la hostelería. Cuando se encontró con el despido de la fábrica, dos opciones se le pasaron por la cabeza: abrir un negocio de bicicletas o un bar.
La primera solución se puso en marcha. Un 2 de enero de 1986 abrieron su negocio familiares un pequeño local de Burgos. En un principio únicamente se hacían cargo del proyecto su mujer y él, hasta que sus hijos decidieron dejar los estudios y su padre les inició en el negocio.