La inocencia de Rodrigo defendida en su colegio

I.E. / La Parte de Bureba
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Enrique García, director de los Gabrielistas de La Aguilera, advierte de que siempre supieron que el hijo mayor no tuvo nada que ver

Rodrigo Barrio pidió la resolución del caso en un acto en la Plaza Mayor de Burgos en 2005. - Foto: Patricia

En el colegio de los Gabrielistas de La Aguilera, en la Ribera del Duero, no están ahora ni más tranquilos ni menos que cuando la investigación se centró en Rodrigo Barrio, alumno interno del centro cuando se cometió el triple crimen de la calle Jesús María Ordoño, en el que murieron sus padres y su hermano pequeño. Su director, Enrique García, advierte de que los responsables de la institución -incluidos los profesores- «siempre» creyeron «en la inocencia» del joven, que tenía 16 años a la fecha del triple homicidio.

«Es que siempre lo tuvimos claro porque ninguno de los supuestos indicios que la Policía esgrimió contra él tenían ninguna base», indica García. De manera que a nadie sorprende en el colegio que ahora las pesquisas del caso se concentran en otro objetivo, Ángel Ruiz.

Hay que recordar que entre en el año 2007, los investigadores de aquella época aseguraban que el hijo mayor de los Barrio pudo robar un coche del colegio la noche del 7 de junio de 2004, conducir con él (no tenía carné) desde Aranda a Burgos, matar a su familia, y regresar de nuevo a la Ribera sin dejar ningún rastro de tal viaje. Una conjetura que en el centro negaron de forma categórica en todo momento. 

Y es que la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) le consideró entre 2007 y 2010 el principal sospechoso de asesinar a sus padres. Hasta el punto de que con 19 años fue detenido e internado en el centro Zambrana de Valladolid como medida cautelar. Saldría a los tres días. Tres años más tarde la argumentación que los investigadores construyeron en torno a su culpabilidad se desmoronaría.

El «castillo» de supuestos indicios levantados en esos 36 meses de pesquisas «tenía los cimientos de barro», en palabras del fiscal delegado de Menores de aquella época, José Fernández, ahora fiscal jefe de Burgos. Junto a su compañero Luis Delgado solicitó a la jueza Blanca Subiñas el archivo de la causa en un auto que tachaba de «meras hipótesis y conjeturas» las conclusiones de la Policía.

La propia magistrada no era más benévola que ellos con la investigación policial, que tildó de «auto de fe, como una necesidad ciega de buscar respuestas». Así que el recelo y la suspicacia que caracterizan ahora el comportamiento de Rodrigo parecen justificados. Máxime cuando parte de la familia de su madre, residentes en Queirugás (Orense), le cree culpable todavía hoy.

Rodrigo Barrio vive en la actualidad en la casa de la familia en La Parte de Bureba, situada junto a la N-232. Empezó a trabajar las tierras que heredó de su padre, asesorado por su tío Félix -hermano de su progenitor-, casi al mismo tiempo que se afiliaba a la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja). Cuando concluyó la investigación contra él se personó como acusación particular en un caso que ahora tiene como objetivo al que fuera su vecino cuando veraneaba en el pueblo, eso sí, separados por la carretera que une el barrio de arriba y el de abajo: Ángel Ruiz, el hombre que cubrió de pintadas ofensivas el panteón de su familia paterna la misma noche del entierro de Salvador, por lo que fue condenado a 5 meses de prisión pero descartado como autor del triple crimen.

El mismo individuo que interrumpió el sepelio de 'Salvi' con acelerones de su tractor en una finca junto al cementerio. El mismo que coleccionaba recortes de prensa del triple crimen. El mismo que se enfrentó al padre de Rodrigo porque un camino vecinal invadía una propiedad suya. El mismo al que Pepe, tío abuelo del único superviviente de la matanza, apuntaba cuando la Policía Nacional acudía al pueblo preguntando por posibles sospechosos del asesinato de su familia.