María Jesús Jabato

Señales de vida

María Jesús Jabato


Cosas, cosas, cosas...

17/12/2021

La Policía Local ha informado de que los burgaleses perdemos mil quinientos objetos al año por esas calles de Dios y de Satanás, ya se sabe, gafas, carteras, paraguas, guantes, libros, llaves y demás, cosas pequeñas en general, aunque no siempre, porque dicen las crónicas que en las oficinas de Burgos se entregó en agosto de 1955 un caballo perdido en la calle Santa Clara; los policías lo amarraron a la barandilla del río, frente a sus oficinas de la Merced hasta que apareciese el dueño, que finalmente apareció escribiendo con su descuido la anécdota.

Caballos aparte, por mucho orden que observen, las oficinas de objetos perdidos dan siempre la impresión de estar desordenadas, pues no hay quien ponga paz estética en un lugar que almacena cosas tan dispares como abanicos, jaulas y raquetas de tenis, pongamos por caso.

Organizar nunca ha sido tarea fácil; lo vemos claramente ahora, inmersos en un desbarajuste general, con otra variante de la covid-19 esparciendo su mortífero polen, los precios del besugo navideño por las nubes y la moral del personal por los suelos. aunque, pese a todo, se nos asegura que España va mejor. Menos mal.

Tampoco en Burgos hay orden otoñal. No entraremos en detalles; basta echar un ojo a este diario para ver los asuntos que hacen aguas. Solo los árboles, que se han desvestido puntualmente de las hojas, como es su obligación, mantienen las reglas, pero en su desnudez dejan ver el bosque urbano sembrado de trastos recientes; ariscas siluetas de peregrinos, terrazas y cachivaches heterogéneos pueblan la ciudad sin control e impiden dar un paso sin topar con algún bártulo.

Mucha accesibilidad de boquilla, pero por todas partes hay cartelones, expositores, tiestos, mesas, sillas, en definitiva, testeles que, además de estorbar u obstaculizar el paso, desarreglan y ensucian visualmente el entorno.

Las calles, en fin, parecen una gran oficina de objetos perdidos y como tal, no hay forma de que estén ordenadas, y mucho nos tememos que aunque la concejala Niño haya enseñado sus fieros dientecillos municipales diciendo que exigirá el cumplimiento de las ordenanzas, todo seguirá igual.

Cosas, cosas, cosas. ¡Cuántas cosas -escribió Borges- limas, umbrales, atlas, copas, clavos,/ nos sirven como tácitos esclavos/ ciegas y extrañamente sigilosas!

mariajesusjabato@mariajesusjabato.com