Adiós tras 400 bautizos y 800 funerales

S.F.L.
-

El párroco de Briviesca y de otros 11 pueblos de la comarca, Julián Galerón, se despedirá en septiembre del lugar en el que más tiempo ha ejercido y del que se llevará grandes recuerdos

El sacerdote, el primero por la izquierda, se encargó de la gestión de una iglesia de Barrios Altos, uno de los más peligrosos de Lima, durante 11 años. / db - Foto: DB

Sus ojos azulados se cierran ligeramente cuando llega el turno de hablar de la despedida, una clara señal de lo que va a suponer abandonar Briviesca, «la dulce y acogedora». 15 años dan para mucho en una tierra en la que tan acogido se ha sentido desde el primer momento que pisó. La Diócesis de Burgos ha anunciado esta semana los nuevos nombramientos y ceses sacerdotales y el párroco Julián Galerón será uno de los elegidos para cambiar de residencia en septiembre. A partir de entonces, se convertirá en el director de la casa sacerdotal de la capital y cumplirá las funciones de vicario en las iglesias de San Lorenzo y San Gil.

Cuando le trasladaron la noticia un escalofrío recorrió su cuerpo y demasiados recuerdos acapararon su mente. Consciente de que «los curas no podemos permanecer en el mismo lugar toda la vida», no puede evitar que la pena se apodere en cierta parte de él. En la ciudad ha forjado lazos importantes e inquebrantables de los que costará desprenderse. Además de a fieles de la comarca, a los que ha escuchado a cualquier hora y de los que guarda especial cariño- sobre todo a los de los 11 pueblos que atiende- echará especialmente en falta a otras vecinos de la Bien Trazada.

Durante estos años ha hecho de todo. Lo que más ilusión le genera guarda relación con los más pequeños. «He bautizado en torno a 400 bebés de la zona y he oficiado otras tantas comuniones y bodas. Sin embargo, me considero testigo directo de la despoblación que azota al territorio burebano, ya que en el mismo margen he enterrado a más del doble de personas de las que he visto nacer», se lamenta.

Entre sus 'hazañas' como religioso más especiales se encuentran la celebración de las fiestas patronales briviescanas de Nuestra Señora y San Roque y de la Semana Santa. «En las procesiones de estos días participa casi toda la población, pero si me tengo que quedar con un momento concreto, sin duda, elijo el Santo Entierro, en la que procesionan 13 pasos de los 17 con los que cuenta la Cofradía de la Vera Cruz. Otro día que destaca en el calendario es el popularmente conocido como el de la Virgen de la O, el 18 de diciembre. A pesar del frío, se trata de una de las fiestas en la que más ciudadanos de todas las edades asiste, tanto en el desfile cantando y con las velas encendidas, como en la chocolatada, que desde hace unos años es un buen punto de encuentro», relata. 

La capital burebana le ha ganado el corazón al igual que su gente. Desde que se ordenó sacerdote en 1980 ha sido la localidad en la que más tiempo de seguido ha residido y a la que pretende visitar «muy a menudo». Confiesa que se lleva con él los «fuertes valores de la gente, el cariño y el apoyo que ha obtenido por todos», pero también relata que le produce una gran tristeza el hecho de que «la vida cristiana ha bajado de tono y la gente más joven no participa tanto con la iglesia». Se considera a sí mismo un servidor de Dios y por ello afirma entre risas que su «teléfono móvil parece una oficina ambulante. Atiendo las llamadas 24 horas 7 días a la semana y no dejaré de hacerlo aunque me vaya. Siempre que necesiten mis palabras, las tendrán».  

Labores materiales. De igual manera, Galerón se ha implicado en intentar recuperar el patrimonio religioso dañado y en mantener en las mejores condiciones el que se encuentra en buen estado. A lo largo de más de una década se ha logrado devolver a la vida a la colegiata de Santa María, rehabilitar varios retablos de la Iglesia de San Martín, las campanas y las cubiertas de ambos templos, entre otras actuaciones realizadas.