Editorial

El mal llamado 'conflicto catalán' marca el inicio del curso político

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Comienza un nuevo curso político tras el período estival y regresa a la política nacional el latente conflicto con Cataluña. Tras los indultos a los políticos condenados por el procés se produjo el espejismo de que la controvertida medida de gracia había contribuido a calmar los ánimos, un efecto balsámico que desaparecerá en las próximas fechas conforme se acerque la Diada y la reunión de la Mesa de Diálogo agendada en la tercera semana de septiembre.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su homólogo de la Generalitat, Pere Aragonès, acordaron a finales del mes de junio en su encuentro en el Palacio de La Moncloa separar las cuestiones políticas y territoriales de las reivindicaciones económicas y competenciales, uno de los oníricos puntales del falso conflicto. O si no que se lo digan a comunidades como Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura o La Rioja históricas desoídas en el reparto de la financiación autonómica. La existencia de una Mesa Bilateral, que se reunió a comienzos de este mes de agosto y en la que se pusieron sobre la mesa hasta 56 traspasos de competencias, es un agravio para el resto de Gobiernos autonómicos que se rigen por el régimen general como es el caso de Cataluña.

Pero si sonrojo produce este encuentro de ‘tú a tú’ sólo por el mero hecho de que el que negocia por separado es que quiere sacar más rédito que sus iguales, qué decir de la Mesa Política, en la que está previsto que se traten la amnistía y la autodeterminación de Cataluña.

Las diferencias entre las dos posiciones son enormes. Aragonès y sus socios han explicado por activa y por pasiva que llevarán ambos asuntos a la mesa de diálogo. Asimismo, exigirán que toda solución tenga una validación final en la votación de los catalanes; o sea, un referéndum de independencia. «El Estado puede hacer las propuestas que considere. Pero no hemos transitado todo este camino para volver a 2010, cuando el Constitucional cambió el Estatut aprobado por el Parlament. Nuestra propuesta es de un referéndum para que los ciudadanos elijan cuál es el futuro de Cataluña. Que nadie se equivoque. ¿Esto es extremadamente complejo? Sí.», afirmaba Aragonès en su comparecencia en La Moncloa.

Aunque Sánchez aseguró en sede parlamentaria que un referéndum unilateral está completamente descartado puesto que no cabe dentro del actual marco constitucional, lo cierto es que hasta el diputado de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Gabriel Rufián, le recordó que también dijo que no se aprobarían los indultos.

Con estas posiciones, que el Govern exacerbará durante la Diada, la resolución del mal llamado ‘conflicto catalán’ está tan lejos como siempre.