Aprender a convivir con el riesgo de incendios catastróficos

G. ARCE
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Crece la preocupación entre los expertos ante el agravamiento de la situación en la provincia, una de las de mayor masa forestal de España. Las alertas continúan y, si no llueve (como parece), se teme por un verano como el pasado «o peor»

El aumento generalizado de las temperaturas no solo ha extendido el riesgo de incendios a lo largo de casi todo el año sino que ha elevado su peligrosidad. - Foto: Alberto Rodrigo

Las altas temperaturas diurnas y la falta de lluvias primaverales han provocado que en las últimas dos semanas y media haya habido días con riesgo 'muy alto' o 'extremo' de fuego en la zona norte de la provincia, sobre todo en Las Merindades. Los montes empiezan a acumular estrés hídrico (no se esperan grandes precipitaciones en las próximas semanas) y la acción de las heladas nocturnas ha contribuido a secar aún más los matorrales. «Si esto sigue así, el verano puede ser igual que el pasado o peor», reconocen desde la Consejería de Medio Ambiente, que no descarta prolongar el estado de alerta durante más tiempo, algo que ya ocurrió en el aciago 2022.

A diferencia de lo que está ocurriendo en Asturias o Cantabria, la aparición del fuego es -por ahora- testimonial en la provincia, aunque las condiciones climáticas son parecidas. 31 de los 354 incendios registrados en Castilla y León (la mayoría conatos) desde principio del año se localizan en el territorio. Solo en los diez primeros días de abril se han registrado una media de 13 siniestros diarios en el conjunto de la región, la mayoría por imprudencias, accidentes o provocados intencionadamente.

En la memoria está aún fresca la campaña de verano más catastróficas de los últimos 20 años. Quedarán para la historia los sucesos acaecidos el pasado 24 de julio, cuando las llamas calcinaron buena parte de la localidad de Santibáñez del Val y estuvieron a las puertas del monasterio de Santo Domingo de Silos.

El riesgo de que los episodios de operativos desbordados y saturados por las llamas se repita está ahí: el cambio climático está imponiendo sus anomalías meteorológicas y sus extremos catastróficos, con la proliferación de siniestros que superan las 500 hectáreas y que se tardan días en extinguir.

Burgos es una de las provincias con mayor masa forestal de España. En su territorio reúne 702.448 hectáreas de superficie forestal, 513.445 de las cuales son arboladas. Sus bosques son cada vez más densos y diversos en especies, también necesitan más gestión pública y, sobre todo, privada. Burgos está ganando en riqueza y también en riesgos. 

Prohibiciones. En plena alerta media y sin incendios de magnitud (por ahora), se sigue trabajando en los montes. Las labores se centran, básicamente, en las podas de la mitad inferior de los árboles para impedir que los fuegos de suelo suban a las copas. También se están haciendo entresacas (corte de ejemplares para el resto crezca mejor), se podan encinas y robles manteniendo siempre la sombra. 

Es imposible actuar en más de medio millón de hectáreas arboladas, por lo que se priorizan los trabajos en los bordes de caminos, carreteras y cortafuegos, para crear un espacio de seguridad en el cual trabajar en el caso de incendio.

Hay una docena de retenes de cuadrillas trabajando, sobre todo en las comarcas más forestales. 

Paradójicamente, en plena primavera se están imponiendo las prohibiciones que antes correspondían a agosto y se refuerzan el personal de guardia y los medios en las comarcas de mayor riesgo.

Desde finales de marzo, en Burgos no se pueden hacer quemas controladas de rastrojos, pastos permanentes, restos de poda o selvícolas. Tampoco está permitido hacer fuego en espacios abiertos, lo que incluye a las zonas recreativas y de acampada, aunque estén habilitadas para ello. Se prohíbe el uso de maquinaria en los montes y también la pirotecnia, entre otras medidas.

Los expertos consultados (ingenieros forestales, agrícolas, colectivos conservacionistas, trabajadores de los operativos de extinción y técnicos de Medio Ambiente) coinciden en que aún quedan semanas en las que se pueden hacer presentes las lluvias y episodios de tormentas que cambien la situación. 

No obstante, insisten en que el escenario meteorológico al que nos abocamos con el cambio climático obliga a adoptar más y nuevas medidas preventivas, a cambiar las mentalidades en el mundo rural y urbano y las actividades de ocio al aire libre. Hay que aprender, insisten, a convivir con la amenaza permanente de los incendios forestales, que cada vez serán más catastróficos e incontrolados.

Alfredo Rodríguez (Secretario del colegio oficial de ingenieros de montes de Castilla y León):

"Urge un plan de infraestructuras para acceder al monte"

1- «Hay que mejorar los accesos al monte en Burgos para facilitar el tránsito de los medios terrestres antiincendios cuando sea necesario, así como para garantizar la seguridad de los operativos. Los caminos ejercen también de cortafuegos y permiten controlar frentes de fuego más amplios».

2- «Urgen más puntos de agua que faciliten y agilicen la carga y descarga de los helicópteros. Estanques que suelen tener unos 6 metros de diámetro y que están abastecidos de forma continua desde una captación cercana. Actualmente, hay operativos 134 en la geografía provincial».

3- «Las declaraciones de riesgo de incendios se deben adaptar a la situación de cada territorio, máxime en una comunidad autónoma tan amplia como Castilla y León. Hay que explorar modelos de alerta y restricciones de trabajos agrarios por comarcas».

4- «Es más eficaz multar a muchos por prender fuego sin permiso que endurecer la cuantía y gravedad de las penas. Es fundamental la función de ejemplaridad de las sanciones. Es muy fácil encontrar el origen del fuego, pero muy difícil ligarlo con el presunto causante». 

5- «Hay que invertir más en prevención (podas, entresacas, caminos, etc.) que en extinción. Hay medios materiales y humanos suficientes, aunque, como el pasado año, el operativo se desbordó en varias ocasiones por la abundancia de siniestros. Los medios estatales deben estar disponibles para cubrir estas emergencias y, de hecho, están funcionado, como demuestra la Unidad Militar de Emergencias (UME)».

Jorge Miñón (Delegado de Burgos en el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Castilla y León y Cantabria):

"La concentración parcelaria debe contemplar la lucha contra el fuego"

1- «Cambio de diseño de las parcelas agrícolas en las nuevas concentraciones parcelarias que contemplen bosques y bosquetes, que rompan la continuidad de las tierras de cultivo y que permitan un mejor control de los incendios». 

2- «Hay que corregir la tendencia extendida a cosechar bajo con las cosechadoras, a no dejar mucho cañón, como dicen los agricultores. El riesgo de generar chispas y fuego es mucho mayor. Hay que incentivar al agricultor a que coseche alto, lo que, además de reducir riesgos, beneficia al suelo y a la fauna que lo habita».

3- «En momentos de alto riesgo de incendios en tiempo de cosecha, hay que construir perímetros cortafuegos con los arados alrededor de las parcelas afectadas por los trabajos. Es una barrera de 3 o 4 metros de protección básica».

4- «Hay que apostar por la ganadería extensiva. El coste por apagar una hectárea está entre 6.000 y 10.000 euros, dinero que se podría derivar a incentivar el pastoreo en zonas de alto riesgo de incendios como un servicio público ecosistémico más. Se incentiva  una actividad económica en el mundo rural y se mantienen limpios los montes». 

5- «Generar economía con la recogida de residuos de podas para su transformación en biomasa y compostaje. En otros países ya se está probando».

Ernesto Angulo (Secretario general del sector estatal de administraciones públicas FSC-CCOO):

"No podemos trabajar con un modelo que data de hace casi 25 años"

1- «El Plan de Prevención y Extinción de Incendios Forestales (Infocal) de la Junta de Castilla y León data del año 99 y en estos últimos 24 años ha cambiado mucho la prevención y la extinción de los incendios. Mantenemos unos modelos de trabajo que están obsoletos y que, por ejemplo, establecen un riesgo alto de incendios a partir del 1 de junio, lo que no responde a las exigencias climáticas que tenemos en la actualidad. De hecho, nos enfrentamos a grandes incendios forestales (por encima de las 500 hectáreas) y con más 1 o 2 días de duración, lo que evidencia los recursos bajo mínimos para los relevos de personal y la intendencia».

2- «Es clave la aprobación de la Ley de Bomberos Forestales, actualmente en trámite parlamentario en el Parlamento nacional, que esperamos que suponga un antes y un después. Burgos cuenta con 110-120 trabajadores en el operativo  contra incendios que en los próximos dos años pasarán a ser personal fijo, dedicados al cien por cien a la prevención y extinción a través de cuadrillas [este año trabajarán un mínimo de 6 meses]. Su número es considerado insuficiente para atender a los grandes incendios a los que nos abocamos. Con la nueva ley tienen que profesionalizarse y trabajar en unas condiciones salariales que hoy son ínfimas en muchos casos. Asimismo, se contemplarán coeficientes reductores para adelantar su jubilación al trabajar con agente cancerígeno como es el humo de los incendios».

3- «Urgen grandes inversiones en infraestructuras: parques comarcales de incendios, nuevas torretas de vigilancia, etc. La Consejería de Medio Ambiente debe duplicar su presupuesto y recuperar las inversiones anteriores a la crisis de 2008». 

Pedro María Herrera y Roberto Lozano (Fundaciones Entretantos y Oxígeno):

"Burgos necesita una cultura del riesgo ante el fuego"

1-«Necesitamos formar una cultura del riesgo, donde la norma sea la autoprotección. La protección no es solamente una competencia administrativa, sino también una responsabilidad y una obligación, individual y colectiva. Resulta necesario conocer y actuar ante los riesgos asociados a cada situación y su posible evolución, a nivel de sociedad, de comunidades locales (tanto urbanas como rurales) y de individuos, participando de forma activa, asumiendo responsabilidades, reduciendo la exposición al riesgo y las vulnerabilidades, cuando sea factible, y facilitando la restauración de los ecosistemas».

2-«Se precisa también una gestión integral del territorio que cambie el paradigma actual. Un territorio que se abandona o no se maneja adecuadamente incrementa abruptamente el riesgo y pone en peligro a las comunidades más vulnerables, amenazando su sostenibilidad y su forma de vida». 

3-«Las producciones territorializadas que contribuyen a reducir el riesgo asociado a los incendios (prácticas pastorales, cultivos leñosos, cortafuegos productivos, sistemas silvopastoriles y multifuncionales, pequeñas producciones agroecológicas, etc.) deben ser consecuentemente apreciadas, diferenciadas y potenciadas, ya que constituyen nuestra principal herramienta para crear paisajes resilientes».

4- «La actual situación de abandono de gran parte del medio rural no se refiere únicamente a cuestiones demográficas y de usos del suelo. También la acción de las administraciones competentes ha sido insuficiente, descoordinada y heterogénea, contribuyendo a este escenario. Resulta imprescindible recuperar una presencia estable y continuada de la administración en el territorio».

5- «Resulta imprescindible adoptar una estrategia de movilización del conocimiento basada en compartir datos, experiencias y saberes (tanto académicos como tradicionales), desarrollar capacidades, formar a las personas e incorporar este patrimonio a la gestión territorial. Las nuevas tecnologías pueden contribuir a potenciar e incrementar este conocimiento. Además, resulta imprescindible incorporar en este proceso a las ciencias sociales y humanas, porque hablamos de modelos y culturas construidos por y para las personas, que demandan la adopción de perspectivas realmente interdisciplinares. No se puede olvidar que el manejo y cuidado del territorio recae mayoritariamente sobre los hombros de las personas y comunidades que lo habitan, y que sin ellas no hay posibilidad de implantar una gestión sostenible».

Ángel Manuel Sánchez (Jefe de Servicio de defensa del Medio Natural de la Junta):

"Vamos a cubrir todo el año con labores de prevención y control de los incendios"

1-«Nos enfrentamos al grave problema del abandono del campo y a la falta de gestión de las fincas privadas. Son de pequeño tamaño pero, en conjunto, acumulan una gran cantidad de combustible en el monte. Esta claro que no hay dinero suficiente para gestionar los 5 millones de hectáreas de monte de Castilla y León, cada una de las cuales necesita una inversión mínima de 1.000 euros repetidamente cada 5 años».

2- «El plan anual de Prevención, Vigilancia y Extinción de Incendios aprobado esta semana por la Junta recoge, básicamente, todo lo que se va a hacer en 2023, muy vinculado a los acuerdos alcanzados en el diálogo social y a todos los trabajos desarrollados en los últimos meses. Ha aumentado el tiempo de trabajo de las cuadrillas forestales a 9 meses y a 12 meses el de las helitransportadas; sube la duración de la actividad de las autobombas de la primera dotación (12 meses) y de la segunda (9); se incluyen 6 meses de vigilancia en las torres, 5 meses de vigilancias nocturnas (una de ellas en Burgos), sumamos más medios, entre otras mejoras. Vamos a tener cubierto todo el año».

3- «La prevención no consiste solamente en que la Junta haga. Nuestro presupuesto es finito y también hay otras necesidades en sanidad, educación, cultura... No hay medios para apagar cada conato que aparezca en cada pueblo, por lo que la prevención pasa por una vuelta al territorio y por una gestión de todos los montes. Es importante la concienciación de todos, pero también hay que utilizar el territorio para reducir combustible. La Administración no puede llegar a todos los sitios».