Un escudo único contra las bombas

F. LABAJO
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El Regimiento de Ingenieros 1 es el único en España en contar con el vehículo Husky, un detector de explosivos que ha sido utilizado en misiones como Afganistán

Suele encabezar los convoyes durante las rutas que realiza el ejército en las zonas de conflicto. - Foto: Patricia

La amenaza talibán era tan imprevisible que una simple misión exploratoria por el desierto afgano suponía hasta hace bien poco un grave peligro para las fuerzas desplegadas. Cualquier camino podía esconder toneladas de explosivos capaces de terminar con convoyes de carros blindados. Muchos ejércitos, entre ellos el español, incorporaron hace una década un vehículo especial que hacía las veces de detector de estas bombas. El Husky forma parte de un conjunto de transportes que rastrean las minas durante una ruta. El Regimiento de Ingenieros 1, con base en Castrillo del Val, es el único en España que lo posee. 

El Husky suele encabezar los convoyes durante misiones en ruta en zonas de conflicto. Gracias a la plaza delantera con sistema GPR realiza unas lecturas de lo que hay debajo del suelo. Según explica la sargento Pinto, «detecta cambios de densidad en el firme y en base a los resultados que vamos viendo en directo podemos saber si nos encontramos ante una amenaza». Dos efectivos suelen ocuparlo, un conductor y un soldado que estudia la información recibida en una tablet. 

«Un agujero o un simple charco pueden esconder kilos de explosivos», advierten desde el Regimiento de Ingenieros. Y es precisamente esa, la de detectar bombas de gran alcance, la función del Husky. Porque una mina antipersonal apenas dañaría a un vehículo con un blindaje mayor a los carros de combate y una altura superior pensada precisamente para defenderse de estas amenazas. Las Fuerzas Armadas la adquirieron en 2012 para desplegarla en Afganistán, donde estuvo cerca de dos años. Es de fabricación sudafricana, aunque el georradar fue desarrollado en Estados Unidos. 

«Antes de su adquisición la detección de explosivos era mucho menos ágil. Se perdía mucho tiempo porque cuando se percibía una amenaza tenían que descender del vehículo cinco o seis efectivos y rastrearlo a mano. Ahora, ante la más mínima advertencia, los artificieros se encargan de desactivarlas», explica la sargento Pinto. 

Además del georradar, el vehículo cuenta con alas en los laterales que hacen las veces de detector de metales y otros paneles para encontrar cables. La barcaza en forma de nube es como un brazo de mecano. «Es muy completo. Probablemente el principal elemento de la Unidad de Limpieza de Rutas (Route Clearence Package) con las que cuenta el ejército español», ensalzan militares de Ingenieros 1.
formación. El Husky es un habitual del campo de maniobras de Matagrande, ubicado en la sierra de Atapuerca. Y es que la formación de efectivos para su manejo es clave dadas sus especificaciones. «Los conductores, por ejemplo, requieren una gran pericia. Deben ser muy cuidadosos», advierte la sargento. También es clave las prácticas que se hacen en otros lugares de España, donde los militares colocan trampas reales para probar con certeza la efectividad del GPR.

La apuesta del Ministerio de Defensa por este tipo de transporte es total. No en vano, el pasado año anunció una inversión de más de cinco millones de euros para renovar la flota, principalmente su tecnología de detección, durante los próximos años. Unas mejoras que deberían concluir en 2024.