El regreso de las fiestas tras las restricciones que impuso la pandemia, el calor y la ingesta de alcohol por parte de los jóvenes, en muchas ocasiones descontrolada, han generado un cóctel explosivo que está provocando una gran preocupación en la Policía Nacional. Los agentes que patrullan la ciudad cada fin de semana han detectado un clima de alteración inquietante, un aumento de los conflictos por las noches y existe el temor a que en los próximos Sampedros las peleas sean constantes.

Aunque los profesionales de la Policía Nacional entienden que esta situación se corresponde con un ciclo que se superará y se dejará atrás, lo cierto es que a día de hoy preocupa estar inmerso en él. No en vano, la Local ya ha solicitado en más de una ocasión ampliar las colaboraciones de vigilancia del ocio nocturno. 

Esta preocupación ha quedado ya patente en las últimas reuniones de la junta local de seguridad y en el hecho de que se haya decidido realizar uno de los mayores despliegues policiales que se recuerdan. Prueba de ello es que prácticamente se duplicarán los agentes que estarán en la calle durante estos días.

Se prestará especial atención en los lugares donde tradicionalmente los jóvenes practican botellón, como el entorno de La Quinta y también en lugares donde se piensa que también puede haber concentraciones de jóvenes para beber como la zona de la Sala Andén 56 o del complejo deportivo de San Amaro (lugares en los que se han programado conciertos).

Habrá una vigilancia intensa en la rotonda de acceso a la BU-11 ya que en los últimos Sampedros los jóvenes la cruzaban constantemente y por el hecho de que se detectaron lanzamientos de piedras a la autovía de ronda. En otras palabras, peligros para propios y ajenos que se quieren evitar.