Vigía del sueño eterno de Úzquiza, Herramel y Villorobe

I.P.
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La espadaña de la iglesia de Úzquiza, desmontada piedra a piedra en 1968, se ha levantado de nuevo y forma parte del Memorial que Villasur dedica a los vecinos de los tres pueblos cuyos restos fueron exhumados y depositados a 400 metros del embalse

La espadaña luce ya reconstruida; queda pendiente construir un mirador a la altura del muro para disfrutar del paisaje. - Foto: Patricia

La vista es espectacular, el sol se cuela sobre los huecos que durante siglos fueron testigos del volteo de  campanas, y mirando al frente el agua azul del pantano invita al sosiego, a sentarse y dejar vagar la vista y los pensamientos. 

El monumento que Villasur de Herreros levanta en ese enclave, al que se desciende por el camino que parte del Alto del Matorro, para honrar a los fallecidos de los tres pueblos que quedaron inundado por el segundo pantano del Arlanzón, Herramel, Úzquiza y Villorobe, ya está prácticamente terminado una vez que se ha llevado a cabo la tarea más complicada, como ha sido montar la espadaña de la iglesia de Úzquiza que en aquel 1968 se desmontó y tras numerar  las piedras, se han conservado en las instalaciones que la Confederación Hidrográfica del Duero tiene en el poblado. 

La reconstrucción de la espadaña ha sido todo un ejercicio matemático y constructivo, en el que han colaborado vecinos de la localidad que han estado meses y meses recomponiendo ese puzzle de bloques de piedras. Al estar numeradas, se pensaba que la tarea sería más fácil, pero nada más lejos de la realidad, porque dentro del recinto donde se custodiaron ha habido tres movimientos de las piezas, provocando el desorden en las mismas; además, al ir recomponiendo sobre el suelo la espadaña se iba comprobando que faltaban bloques, de tal manera que se han tenido que traer, cortar y trabajar in situ para darles la misma rugosidad que la piedra antigua. 

La espadaña se ha levantado en la esquina más cercana a la puerta  dedicada a Úzquiza, no en el centro del cementerio como era la idea inicial, sobre todo porque en el subsuelo de esa zona central es donde se depositaron los restos sacados de los tres camposantos. Se ha montado sobre un muro de piedras tras realizar la pertinente cimentación, y se completará con la construcción de un mirador para poder caminar sobre él y contemplar el pantano y el paisaje que se extiende enfrente. 

La última novedad, por otra parte, es la incorporación al conjunto  del monumento que dignifica la memoria de los allí enterrados, del arco de la misma iglesia de Úzquiza, que no se tenía constancia de que se hubiera conservado, pero que se ha localizado ahora junto a las piedras de la espadaña cuando se estaba montando esta. Lo más probable, explican el alcalde, Luis Miguel Pérez; José María Manero, arquitecto municipal y el concejal Domingo Villas, es que este arco se coloque en una de las puerta de acceso, la más cercana al camino por el que se llega al memorial desde el Alto del Matorro -en la carretera BU-820-, y que ahora es la dedicada a Herramel. De ser así, esta última se cambiaría a otro acceso, el más cercana al embalse. En todo caso, se está pendiente de que la CHD autorice esa instalación, como ha tenido que dar el visto bueno a la obra del memorial ya que se levanta en terrenos de su propiedad, en una explanada de 2.500 metros.      

Por otra parte, en el centro del cementerio se instalará una placa en homenaje a los vecinos allí enterrados, y desde ese punto partirán tres caminos o paseos hacia cada una de las puertas.