Toda la Pasión de Cristo podía seguirse el viernes por la tarde en una de las naves laterales de la Catedral: de La oración del huerto al sobrecogimiento de La Soledad. Los 18 pasos que protagonizaron la procesión del Santo Entierro habían sido colocados por orden en el interior del templo poco después del mediodía para organizar un momento histórico para la Semana Santa burgalesa: la salida de tallas y cofrades del interior del emblema burgalés, por la puerta de Santa María, en una imagen nunca vista en las 120 ediciones contemporáneas del Santo Entierro.
Esta procesión, precedida por el siempre solemne traslado del Cristo Yacente, es la más antigua de Burgos. Hay constancia de que en el siglo XIX ya había una comitiva que recorría las calles del centro con dos pasos: la Virgen de los Dolores y un Cristo. Pero en los albores del siglo XX se decidió que el momento requería de algo más de prestancia y, según fuentes oficiales, se hizo «una suscripción popular» en la que se llamó a los burgaleses a colaborar con la financiación de algunas de los tallas más veneradas hoy: La Oración del Huerto, Jesús con la Cruz a Cuestas, el Santo Sepulcro y La Soledad, todas de entre 1901 y 1905 y, en tres casos, obra de las manos de Ildefonso Serra.

Aquel fue el germen de la comitiva que, a paso lento, sin prisa, el viernes iba traspasando cada poco el umbral de la puerta de Santa María. Cerca de una hora y media tardaron los cofrades en abandonar la Catedral tras los 18 pasos, que en casi todos los casos iban sobre ruedas. El orden fue todo lo cronológico que es posible, de acuerdo a la Pasión: La oración del huerto, El prendimiento, La flagelación del Señor, Santo Sudario, Jesús atado a la columna, La coronación de Espinas, Nuestra Señora del Amor Hermoso, Jesús con la cruz a cuestas, Nuestra Señora de los Dolores, Cristo Negro, La crucifixión del Señor, Nuestra Señora de la Misericordia y de la Esperanza, Cruces-faroles de las Siete Palabras, Santo Cristo de Burgos, El descendimiento del Señor, Nuestra Señora de la Piedad, Santo Sepulcro y, por último, la siempre imponente imagen de La Soledad.

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