Un país sumido en el caos

Agencias
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El nuevo presidente interino declara el estado de emergencia y llama a las Fuerzas de Seguridad a actuar ante las multitudinarias protestas contra las autoridades que vuelven a tomar las calles

Miles de manifestantes volvieron a asaltar instituciones como el Parlamento o la oficina del primer ministro. - Foto: Reuters

Después de unos días de tensa calma en Sri Lanka, las protestas contra las autoridades volvieron ayer a invadir las calles de su capital, Colombo. Y es que la dimisión del presidente del país, Gotabaya Rajapaksa, no logró aplacar el desánimo de unos ciudadanos cansados de su clase política. Y, para colmo, el nombramiento del hasta ahora primer ministro, Ranil Wickremesinghe, como presidente interino encendió una nueva mecha que hace temer que la inestabilidad termine en violencia.  

Consciente de que la situación puede empeorar con el paso de las horas, Wickremesinghe declaró el estado de emergencia en todo el país e impuso el toque de queda en el oeste de la isla. Una decisión a la que sumó el llamamiento a las Fuerzas de Seguridad para que «hagan lo necesario» para  «restaurar el orden» y acabar con la «amenaza fascista» que, a su juicio, encabezan los manifestantes.

Por eso, los agentes del orden no dudaron en emplear gases lacrimógenos para dispersar a los concentrados ante la oficina del primer ministro, causando la muerte de al menos una persona y dejando más de una decena de heridos.

Además, el presidente interino instó a los manifestantes a abandonar los edificios gubernamentales y estatales -al cierre de esta edición, cientos de personas habían tomado el Parlamento- porque, aseguró, «no podemos destrozar la Constitución ni dejar que los fascistas se hagan con todo».

Asimismo, lejos de claudicar ante las protestas -que exigen su dimisión inmediata-, Wickremesinghe sostuvo que no piensa dejar el cargo y que solo entregará el control de Sri Lanka una vez que todos los partidos, incluyendo el gobernante SLPP, se pongan de acuerdo para la formación de un nuevo Gobierno «inclusivo». 

Se espera que el presidente interino sea elegido a más tardar el 20 de julio y que convoque elecciones, las cuales no deberían celebrarse más tarde de marzo de 2023.

La revolución popular que acabó por estallar el pasado sábado -con imágenes de la gente irrumpiendo en lujosas residencias oficiales, entre ellas la del presidente- comenzó hace ya varias semanas con masivas movilizaciones para protestar contra la crisis económica.