Vladyslav Kurylenko, un joven ucraniano de 16 años, se ha aferrado al fútbol para seguir adelante pese a que en los primeros días del mes de marzo tuvo que partir de forma apresurada de su Kiev. El primer día que el ejército ruso bombardeó la capital ucraniana partió en un coche junto a parte de su familia rumbo a Leopolis. Su vida giró de forma brusca y su habitual rutina de adolescente saltó por los aires. De pronto se vio atravesando Ucrania en coche y con el miedo como parte del equipaje. «Tardaron 8 días en recorrer los 700 kilómetros que hay entre Kiev y Leopolis porque tenían que viajar por la noche y sin luces para que no les vieran», explica Nacho Alonso su tío, un burgalés que está casado con la hermana de su padre.
El fútbol se ha convertido en su tabla de salvación y es que todo lo vivido en las últimas semanas hizo que el terror se metiera muy dentro de este joven futbolista. El conjunto de División de Honor del Burgos CF se ha convertido en ese apoyo que Vladyslav necesitaba para seguir adelante. «Me han acogido de forma muy calurosa como si fueran mi familia», señala tímidamente y con la mirada clavada en su tía, que hace de intérprete.
El fútbol ha permitido que la sonrisa haya regresado al rostro de Vladyslav, que formaba parte de un filial del Dínamo de Kiev, aunque su mirada sigue instalada la tristeza por todo lo ocurrido en las últimas semanas.
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