Honor y gloria a una villa de altura y solera

JUAN ÁNGEL GOZALO
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La casona de los Arce-Bustillo, que cuenta con torre, es la más grande y con más blasones, pero en Sedano hay numerosas casas solariegas, que han sido rehabilitadas con primor.

Honor y gloria a una villa de altura y solera - Foto: Luis López Araico

En el centro del Valle de Sedano, un auténtico laberinto de roca, agua y verdor en el noroeste de la provincia, se levanta su capital, villa y honor que otorgó en el medievo hidalguía y libró de algunas cargas a los moradores del viejo alfoz. Recorrer esta abrigada y fascinante faja, donde la paciente labor erosionadora de las aguas han hendido el roquedo de la paramera creando recónditos y agrestes valles es un deleite. También admirar su rico patrimonio monumental, fruto de la mano del hombre. El legado de los pueblos prehistóricos, de las tribus cántabras, de los romanos, visigodos, musulmanes, cristianos y foramontanos aún está latente en este territorio de frontera, en el que se encuentran algunas de las raíces más primitivas del condado y después reino de Castilla. En los anales está también fijada la batalla por la independencia que se libró en 1812 y en la que el guerrillero losino Longa sorprendió al general francés Fromant causando 600 bajas en las tropas galas.

El disperso caserío de Sedano, de recio sillar de roca caliza, es buena muestra del poderío económico de esta villa, que al igual que el valle ha sido castigada por la despoblación del medio rural. Las blasonadas casas de linajudas familias destacan en esa bien conservada y tramada arquitectura civil, que bascula entre la montañesa -de balconadas corridas y orientadas a la solana- y la castellana. Los barrios de Valdemoro, Lagos, Trascastro, Barruelo y Heras se nuclean en torno al de la Plaza, centro urbano donde se sitúa el Ayuntamiento. Pero nada más llegar, consejo de Mariluz Punzano, técnico de turismo y versada cicerone para esta ocasión, nada mejor que hacer parada en el Centro de Interpretación del Valle de Sedano, que lleva el nombre de Miguel Delibes. Está ubicado junto al complejo residencial del mismo, propiedad de la UBU. Ahora está cerrado, pero cuando se levante las restricciones por la pandemia, apunten la recomendación. La visita es imprescindible, porque además de oficina de turismo, es un libro abierto, un magnífico y pedagógico escaparate en el que se muestran todos los atractivos que ofrece no solo Sedano sino sus pedanías además de la comarca loriega, con las que se comparte geoparque y parque natural, el de Hoces del Alto Ebro y el Rudrón.

En la entrada del centro un vídeo y una maqueta de los pueblos del municipio, en la que se localizan con una luz cuando en la pantalla se van mostrando, sirven de bienvenida, pero hay más maquetas además de expositores y distintos recursos interactivos, audiovisuales, paneles e incluso aromatines para descubrir olores del campo... La geología del valle, los ecosistema de la comarca y su variedad faunística y botánica, el agua y su patrimonio artístico, religioso y civil, de todo el municipio ya no tendrá secretos para el visitante. Tampoco la obra de Delibes. El escritor que tiene un rincón muy especial e inspirador. Además, ya tiene su propio bosque y una ruta por la villa sedanesa.

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Carretera y manta, con etapa en el rocoso castro. Se trata de una alta lora que acogió la fortaleza y la primitiva población antes de la Reconquista. Superada la amenaza islámica el caserío del poblado bajó al valle. Sobre ese espolón, como castillo de proa, surge una robusta y bien calzada iglesia de advocación mariana y estilo gótico tardío, que se construyó sobre otra románica. Cuenta con una sola nave, con tres tramos de bóveda estrellada y varias capillas, pero la joya está en ese magnífico retablo mayor, barroco, en el que se venera, justo en el centro, a su patrona, Santa María de Sedano, la Morenita. Los oscuros tonos de su cara -el cuerpo, revestido de fino manto, es solo una estructura de madera- la asemejan a la icónica Virgen de Monserrat.

La leyenda relata que María se apareció a un pastor en una cueva, situada bajo el cantil de toba por el que discurre el castro, y que pidió que se construyera un templo. Se comenzó a construir en el valle, pero lo que se levantaba de día, acaba en el suelo de noche y había que volver al principio. Solo cuando se comenzó a edificar en lo más alto consiguió acabarse. Es curiosa además su portada. Es de esas que llaman de retablo en piedra, de característicos tonos amarillos, pero las hornacinas están vacías. No se sabe si es porque no había dinero para tallas o si, por el contrario, fueron retiradas. Aún así tiene algunos interesantes adornos platerescos. Por cierto, en su interior también tiene dos retablos laterales que honran a Santiago y al Santo Cristo de Burgos. No hay ermita extramuros de la villa, ni en las alturas, la de San Andrés, que viene a hacer las veces de iglesia parroquial, está en el barrio de La Plaza.

Pero en esa especie de 'barca' rocosa que preside la localidad, a la que se puede acceder desde todos los barrios dando un buen y beatífico paseo entre pinos y robles, hay otros vestigios de ese pasado más remoto. En lo alto, no muy lejos del cementerio y del templo -casi escondidas- hay un grupo de tumbas antropomorfas excavadas en piedra, restos de una necrópolis altomedieval mucho más amplia. Esta cresta es también un magnífico y plácido mirador desde el que otear desde la misma punta el caserío de la villa, por el que serpentea el río Sedanillo, al que agrega en la travesía urbana su agua el Gredilla, antes de perderse por el cañón que le conduce hasta Covanera. Pero antes, en el barrio de Lagos -que en tiempos del cretácico fue fondo lacustre- el principal de los ríos -que también recibe el nombre de Moradillo- forma una impresionante y sonora cascada bajo el puente romano. No es la de Orbaneja del Castillo, pero es brava, y más en época invernal y de deshielo. Mari Luz Punzano y Juan Manuel Sainz, alguacil y bombero voluntario, aseguran que es impresionante y balsámica también en primavera y otoño. Los tornasoles de las hojas y frutos del bosque de galería el cromatismo de las flores... añaden encanto a las rumorosas aguas. Junto al salto, aún sigue en pie un antiguo molino maquilero. Hubo varias aceñas en Sedano, entre ellas una situada en el mismo barrio de la Plaza, que fue rehabilitada -su maquinaria sigue funcionando- y hoy es el edificio es un restaurante con buena mesa y mucho encanto que lleva el nombre de El Molino. A la cascada se puede acceder desde la carretera que llega de Burgos o, si prefieren, en cómodo paseo desde la iglesia por una senda que discurre paralela al castro y que lo une con el barrio de Lagos.

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En el obligado paseo por este disperso y atractivo caserío de Sedano no es difícil descubrir, por su empaque y alta torre la casa-palacio de los Bustillo -en realidad de los Arce-Bustillo- una de las muchas y linajudas familias que se establecieron en estas tierras. El palacio, hoy propiedad privada, fue construido a mediados del siglo XVII y junto a la señorial casona se alzó la torre, en cuya fachada y enmarcados en una hornacina, se pueden observar la imagen tallada de la Inmaculada y el blasón con las armas de la familia. Otras muchas casas de piedra dorada están cuajadas de escudos nobiliarios, correspondientes a descendientes de los foramontanos que poblaron el primitivo alfoz. La villa, no en vano, está considerada como conjunto histórico desde 1993.

Tampoco se hurta a la vista por su empaque la casa del Fuerte, en el barrio de las Eras, junto al cuartel de la Benemérita y el centro de salud. Más allá, en la Tobaza, entre la Plaza y Valdemoro -donde hay también casas blasonadas-, está el refugio donde escribía Miguel Delibes y la casona familiar, en la que residía con su familia y a la que invitaba a muchos amigos. Fue en vida el mejor embajador de esta tierra.

Más de una docena de núcleos integran administrativamente el Valle de Sedano, uno de los municipios más extensos de la provincia. En esos 264 kilómetros cuadrados que suman en superficie además de pueblos con encanto, tesoros románicos como las iglesias, entre otras, de Gredilla y Moradillo, a tres y cinco kilómetros, respectivamente, de la villa. La segunda de las pedanías además es referente señero, junto con Tubilla del Agua, Huidobro y Sargentes- de esa cultura megalítica con el dolmen de las Arnillas.

El bello y escarpado entorno natural del municipio está marcado por mil rutas desde las parameras de Masa, la peña Siero, pasando por los cantiles de los cañones del Ebro. Ese puente romano de Pesquera y sus casas blasonadas, Cortiguera... invitan a la excursión. Si prefieren pueden internarse por recónditos vallejos o visitar las impresionantes cascadas de Orbaneja además de la misteriosa surgencia del Pozo Azul, en Covanera… Agua, roca y naturaleza se funden para abrir cientos de senderos. Sedano y todos sus pueblos merecen ser visitados con sosiego, pausadamente, porque hay mucho que admirar y de lo que disfrutar.

*Este reportaje se publicó en el suplemento Maneras de Vivir el 6 de febrero de 2021.