La agonía de las matanzas domiciliarias

I.P.
-

En los últimos 20 años han descendido un 90%, pasando de 5.533 en el 2000 a 564 el pasado año. Las limitaciones de movilidad y reunión por la covid auguran una campaña con muy pocos sacrificios

Una vez sacrificado el animal, se procede a chamuscarle para dejarlo bien limpio antes de destazar. - Foto: Rueda Villaverde

A punto de cumplirse los dos meses del inicio de la campaña 2020-21 de las matanzas domiciliarias, las expectativas no son nada halagüeñas. Si ya esta tradición rural decae año tras año, con un descenso en la provincia de Burgos del 90% en los último 20 años, la crisis de la covid hace temer que pocas matanzas se realizarán este invierno. Hay que tener en cuenta que son ya casi testimoniales los sacrificios de cerdos en los pueblos burgaleses y que en muchos caso se organizan coincidiendo con los puentes de noviembre y diciembre y las fechas navideñas, momento que se junta la familia y que se aprovecha para llevar a cabo esta labor que permite pasar unos días de convivencia en torno a esas labores, además, de hacer despensa con los productos del cerdo.

Las restricciones sobre el número de personas que pueden juntarse y el miedo de la población en general a los contagios hacen prever menos viajes a los pueblos y, por tanto, un descenso mayor aún del que se venía sumando año tras año. Así lo creen en el Servicio Territorial de Sanidad de la Junta de Castilla y León, que lleva el control de anual las matanzas domiciliaria y donde ya dan por hecho que esta campaña descenderán con respecto a la anterior; así lo ponen ya de manifiesto todos los indicadores, incluidos los datos más recientes que corresponden al primer trimestre de 2020, con un total de 210 cerdo sacrificados; en ese mismo trimestre de 2019, fueron 329.

En realidad, hay dos formas de contabilizar las matanzas domiciliario, por campañas que cogerían el último trimestre del año -octubre, noviembre y diciembre- y el primero del año siguiente -enero, febrero, marzo e incluso algo de abril-, o realizar la contabilidad por año, que a la larga resulta más operativo para comparar los datos. 

En todo caso, en las últimas cuatro campañas los datos proporcionados por el Servicio de Sanidad son ya más que significativos sobre ese declive. En la de 2016-2017 hubo en la provincia 1.137 matanzas domiciliarias; 623 en la campaña 2017-2018; 549 en la 2018-2019, y 445 en la campaña 2019-2020. Los datos globales de la campaña 2020-2021 no se conocerán hasta finales de marzo cuando se contabilicen en Sanidad los 3 meses del próximo año y se sumen a los del último trimestre de este 2020. 

De cualquier forma, la tendencia a la baja es similar en toda la región de Castilla y León, que en la campaña 2019-2020 descendió en torno a un 21,6% con respecto a la anterior, excepto en Valladolid, que aumentó un 23,68%. En Burgos, el descenso fue del 18,94 %, pasando de los 549 animales a los 445.

Por año, fue en el año 2000 cuando se bajó en la provincia de los 6.000 sacrificios, situándose entonces en los 5.533, y en 2009 se bajó de los 2.000, quedando en 1.861. 

Y si echamos la vista aún más atrás, la radiografía de las matanzas en Burgos muestra un descenso del 96% en los últimos 25 años y casi el 90% (89,81%), en la última década. En 1994 se sacrificaron 10.482 cochinos, mientras que en 2019 fueron apenas 564.

Si nos centramos en la última década, en descenso acumulado está en torno al 90%. En el año 2000 fueron 5.533 las matanzas en los domicilios particulares, por los ya mencionados 564 del año pasado.

Permisos. Es la Orden de 25 de septiembre de 2000 de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social la que regula el reconocimiento sanitaria de cerdos sacrificados en domicilios particulares para autoconsumo, y que establece los periodos permitidos para las matanzas, que están comprendidos entre el último viernes de octubre y el primer domingo del mes de abril del año siguiente. Entre esos poco más de 5 meses, la orden permiten el sacrificio domiciliario del cerdo, aunque en muchos ámbitos parece haberse extendido en los últimos años informaciones en el sentido contrario, o sea que no se permite matar para el consumo particular. 

Sí se produjo, no obstante, una circunstancia nueva en 2007, como es que el animal debe ser aturdido antes del sacrificio para evitar su sufrimiento. Así lo recoge la Ley 32/2007 de 7 de noviembre para el cuidado de todo los animales en su explotación, transporte, experimentación y sacrificio, publicada en el Boletón Oficial del Estado y que emana, a su vez, del reglamento y legislación europeos de bienestar animal.