Nunca tantas muertes desde la liberación de la AP-1

F.L.D.
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El fin del peaje de la autopista propició una fuerte caída de la siniestralidad vial mantenida hasta este trágico año

La veintena de muertos no se alcanzaba desde la liberación de - Foto: I.M.L.

La liberación de la autopista AP-1 tuvo un impacto decisivo en la reducción de accidentes en la provincia de Burgos. Desde la caída del peaje en diciembre de 2018, los muertos en carretera se desplomaron hasta una cifra histórica. Solo hubo que lamentar el fallecimiento de 9 personas un año después, cuando hasta entonces siempre se superaba la veintena. En los dos últimos ejercicios crecieron, pero lejos de los datos negros de épocas que parecían ya olvidadas. Y decimos bien en que parecían, porque este 2022 vuelve a asemejarse a aquellos años de tragedias continuas. Nunca, desde que el trazado que une Burgos y Armiñón es gratuito, se habían alcanzado los 21 muertos. 

Cada accidente tiene su historia, pero es inevitable el alarmismo a tenor de las cifras. A estas alturas del año pasado, habían perdido la vida en las carreteras de la provincia nueve personas menos, once en 2020. El pasado sábado, en el entronque de la A-1 con la N-122 en Aranda, se alcanzó la veintena de fallecidos por accidente de tráfico. José Antonio Lázaro, vecino de Milagros de 55 años, pereció al volcar el vehículo en el que viajaba solo. Ayer, en Santa María del Campo, la cifra se elevó a 21 tras el atropello mortal de Juan García Rubio, de 67 años. 

El hecho de que la mayoría de los accidentes mortales en la provincia de Burgos se hayan producido en carreteras secundarias habla de cómo la liberación de la AP-1 ha sido positiva para la seguridad en las vías. Sin ir más lejos, desde 2018 (aquel año murieron 32 personas) nadie ha fallecido en su vecina, la N-I. Eso no quita para que desde Tráfico estén muy preocupados por lo acontecido desde enero. 

Desde la Jefatura Provincial llevan meses alertando de que la sociedad ha salido demasiado nerviosa de las restricciones de la pandemia. Se han incrementado las velocidades medias, las distracciones, el consumo de alcohol y drogas, las multas por no usar del cinturón de seguridad... Todo ello ha obligado a recordar mensajes que comenzaron hace más de una década y que, junto a la mejora de las infraestructuras, han sido claves para reducir la mortalidad. 

Un descenso que se aprecia en las cifras facilitadas por la DGT. Desde 2011, cuando perecieron 41 personas, los accidentes fueron decreciendo progresivamente hasta dejarlo por debajo de la veintena. Una racha que, lamentablemente, se ha cortado en 2022.