Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


Equivocarse

25/11/2022

Es lo más normal del mundo, al menos así nos lo han vendido desde el colegio. Pero en una sociedad en la que parece que si no eres perfecto en lo personal, profesional y físico, no eres válido, la equivocación no parece una opción aceptable.

Seguramente esto es lo que le ha pasado a la ministra más de moda en estos días, no por sus looks, lo que sería hasta divertido, sino por equivocarse de manera tremebunda en la redacción y contenido de una de sus leyes estrella. O como mínimo, por no haber atendido a las correcciones y sugerencias de los que sí saben de la materia. Todo ello, parece ser, porque está poseída por una soberbia y una falta de empatía que no le permiten ver la realidad ni entenderla. Solo parece simpatizar y defender a unas determinadas personas, el resto se la chufla y en algunos casos, hasta carga de manera bárbara contra ellos, llámense los varones de este país que no sean su marido o los de su partido, o cualquier mujer que no piense como ella, porque al parecer eres una fascista sí o sí.

Pero a lo que iba, equivocarse es algo que nos pasa a todos constantemente, desde luego solo el que no hace nada en la vida es el que no se equivoca nunca. Correr el riesgo de tomar decisiones que puedan cambiar nuestras vidas mejorándolas, es loable, mucho más que quedarse ahí mirando y criticando, para luego acabar haciendo bullying a quienes sí hacen.

Y no siendo santo de mi devoción, en esto debo decir que la ministra es osada, aunque me temo que tiene que ver mucho con creerse infalible y con la total ignorancia de la que le gusta hacer gala. A las personas se nos conoce por cómo actuamos cuando algo nos sale mal, ahí es donde se demuestra quiénes somos realmente, y claro, como no podía ser de otra manera, en este punto, nuestra ministra ha hecho lo que hacen siempre casi todos los políticos: no asumir sus errores, buscar a quien culpar y encontrar quien le limpie el marrón. Todo ello como si no fuera con ella.

No es cuestión solo de formación, que también, es cuestión de inteligencia emocional que te permita delegar, asumir tus limitaciones y pedir ayuda. Lo sé porque a mí también me pasa, lo mismo me parezco más a la ministra de lo que creo. ¡Ay por Dios! 

ARCHIVADO EN: Leyes, Acoso escolar