La Guardia Civil suprime las subastas de armas

I.E.
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La última puja será el 15 de noviembre. La Benemérita retira al año en torno a 140 escopetas, rifles y cuchillos ilegales

El guardia civil Juan sujeta un rifle con silenciador, un complemento que está prohibido. - Foto: Luis López Araico

Las tradicionales subastas de armas de la Guardia Civil -solía convocar dos al año- van a pasar a mejor vida. Hubo un tiempo no muy lejano en que las pujas que organizaba la Intervención de Burgos concitaban el interés de cazadores y coleccionistas de todos los rincones de España, pero el 'encanto' ha decaído. Esta circunstancia, unida  a una modificación del Reglamento en verano del año pasado, va a hacer cambiar la política de la Benemérita con las escopetas, rifles y pistolas que terminen en su poder por distintas causas. A partir de ahora va a destruirlas todas (serán reducidas a chatarra), salvo en los supuestos en que se acredite su valor como patrimonio histórico, en cuyo caso sí saldrán a venta pública. La última gran subasta tendrá lugar en el cuartel de la avenida de Cantabria el próximo 15 de noviembre con lotes de las comandancias de Burgos y Soria. Estarán expuestas entre los días 8 y 12 de noviembre de 9 a 13 horas.

No son escasas las armas -tanto de fuego como blancas- que terminan en manos de la Guardia Civil, en torno a unas 140 al año, según indica el sargento primero Juan, responsable de la Intervención de Burgos. En unas ocasiones son decomisadas a cazadores que han cometido «la más mínima infracción», pero también se requisan en controles preventivos -en cumplimiento de la Ley de Seguridad Ciudadana- o por orden judicial, en la mayor parte de los casos a condenados por violencia de género.

Entre las armas que quedan al amparo de la Guardia Civil también figuran las que se desprenden los cazadores que no renuevan sus licencias, que no podrán sacar partido económico de ellas a través de las subastas. Estas pujas tuvieron su origen en la necesidad de liberar a los juzgados de las armas decomisadas por mandato judicial, pero derivaron en un procedimiento de compra-venta que «ahora tiene menos sentido por todos los canales que tienen los aficionados para comprarlas, sobre todo en páginas webs especializadas». «Antes venían personas de toda España, buscando algo específico, pero ahora ya no se acercan los coleccionistas porque las encuentran en internet», agrega el guardia civil Juan a este periódico.

Este año se cumple el 35 aniversario de la creación de la Intervención de Armas y Explosivos, una misión que hasta 1986 se llevaba a cabo en cada puesto, que contaban con ficheros donde figuraba la identidad del cazador, con su licencia y con la escopeta o el rifle que poseyeran. 

Con el tiempo, la especialidad ha ido incorporando más funciones «y en la actualidad sus cometidos son mucho más amplios que el mero control de armas y licencias de cazadores». En cuanto éstas, la Guardia Civil lleva el control sobre «establecimientos de venta, armas prohibidas, deportivas, pistolas de fogueo en obras de teatro, campos de tiro etc». Pero esta sección también vela por el cumplimiento de la ley en la fabricación y uso de explosivos, que sobre todo se centra en la inspección de canteras, no solo de extracción de áridos sino también  dedicadas a producir piensos, detergentes, componentes plásticos, etc, y en velar por la correcta ejecución de voladuras. La labor de vigilancia sobre cartuchería y pirotecnia engloba la venta a particulares de petardos, el almacenaje, pero también la supervisión del lanzamiento de fuegos artificiales en cualquier ciudad o pueblo para evitar accidentes y también las recreaciones históricas. La Intervención también controla las habilitaciones de armas de los vigilantes de seguridad privados.