Caderechas rescata a sus frutos olvidados

S.F.L.
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Los productores del Valle logran localizar y poner en valor variedades tradicionales que se dejaron de cultivar hace décadas y que ahora venden en las ferias y los pueblos

Caderechas rescata a sus frutos olvidados - Foto: CADERECHAS.

En las tierras de cultivo priman las producciones más provechosas. A lo largo de la historia, los trabajadores del campo eliminaban los frutales solitarios que, en su día, tuvieron utilidad, pero en un momento dejaron de ser rentables. En el Valle de Caderechas también abandonaron árboles sin ningún rubor. «Si preguntas a un joven sobre un jerbo, muchos desconocen incluso que dé fruta». Sin embargo, los más mayores aún recuerdan cuando eran niños y su sabor», expone Juan José Gandía, presidente de la Asociación de Productores y Comerciantes.

Pocos ejemplos quedan como él suyo que, ante el riesgo de que un número de frutales terminaran perdidos entre la maleza o como leña para las estufas, apostó por conservar el patrimonio natural que le rodea y puso en marcha junto a otros productores un proyecto para recuperar las variedades olvidadas en el territorio. «La búsqueda de mayores rendimientos y la demanda de productos estandarizados han impulsado la adopción de unas pocas, en detrimento de muchas otras, tradicionales y de uso local, que poco ha poco iban desapareciendo», manifiesta. No obstante, al tratarse de plantas que viven durante décadas, «ha resultado posible localizar ejemplares aislados de clases poco habituales a día de hoy en las plantaciones comerciales», añade. 

Estos ejemplares han demostrado su valía para enfrentarse a las condiciones climáticas y locales, y se muestran más resistentes a plagas y enfermedades. Nada ni nadie puede con ellos. El empeño de un grupo de agricultores que creyó en la iniciativa ha visto como el refrán quién bien siembra, bien recoge tiene su lógica al conseguir recolectar fruta de variedades antiguas de otoño y verano. La calidad de la manzana reineta y de las cerezas de Caderechas ha traspasado fronteras, pero, ¿qué ocurre con la de las guindas, ciruelas de cojón de fraile, peras de cuchillo, jerbas, membrillo de olor, níspero europeo o las grosellas blancas y rojas?

Cada una de ellas despierta gran interés -bien por su sabor, aroma o color- y por ello las características  han quedado identificadas, analizadas y recogidas en la página web de la Asociación www.caderechas.com. Desde la misma dirección, los usuarios accederán a un sistema de información geográfica (SIG) donde podrán consultar, entre otros datos, la ubicación de cada árbol localizado. Si bien, el principal medio de difusión lo constituye la exposición de la fruta en las ferias alimentarias para su degustación. «Estas clases tan antiguas no llegan a los mercados grandes porque no disponemos de stock suficiente. La venta que realizamos la reducimos a clientes concretos que se interesan por probar nuevos sabores o que quieren recordarlos directamente en nuestros pueblos», aclara el fruticultor.

Dentro de las tareas llevadas a cabo, los fruticultores adheridos al plan destacan la importante labor de muestreo del material vegetal para su conservación y multiplicación mediante injerto en algunas parcelas seleccionadas. En otros casos han procedido, al menos, a identificar los árboles in situ y a registrar su ubicación exacta para evitar su desaparición. 

De temporada. El frío de esta época del año trae consigo uno de los placeres culinarios más desconocidos de la zona. «El níspero europeo es un auténtico manjar y ahora llega el momento de catarlo», comenta Gandía, que se siente incapaz de elegir una sola variedad que le 'quite el sueño'. La manzana espiriega resulta dura para el paladar pero excelente para asar, la ciruela cojón de fraile es negra y sabe a melocotón, las jerbas se comen cuando maduran y los membrillos de olor acaparan todas las miradas. Desde el Valle confían en que los productos «tan sabrosos» que cultivaban sus antepasados y que con infinidad de horas de trabajo han rescatado del olvido, continúen formando parte de la dieta de los burebanos.