El debate sobre la nueva ley de educación (Lomloe o más conocida como Ley Celaá) sigue abierto. Fue aprobada a principios de este año, pero su implantación progresiva en las distintas etapas educativas genera discusión a medida que van conociéndose los detalles de las propuestas del Gobierno, ya sean los currículos o las condiciones de promoción y titulación, donde las discrepancias son mayores. La de Secundaria es la que, de entrada, plantea más variaciones, generando expectación entre la comunidad educativa por cómo se articulará el texto final, dependiendo de la capacidad de decisión que se conceda a las Comunidades, y también escepticismo porque supone «más de los mismo» y se sustituirá por otra cuando el Gobierno central cambie de color político.

Es lo que tiene la falta de consenso, como coinciden en destacar todas las fuentes consultadas por este periódico, que se pronuncian a favor o en contra de determinados aspectos siempre matizando que se está hablando de un borrador. En otros casos prefieren incluso no realizar declaraciones hasta que se disponga de certezas y no propuestas. Una de ellas es la implantación de cinco modalidades de Bachillerato, que incluye las dos actuales (Ciencia y Tecnología y Humanidades y Ciencias Sociales), divide el de Artes en dos (Música y Artes Escénicas y otro de Artes Plásticas) y crea una nueva bajo la denominación de General.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)