Todo al amarillo

H.J.
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La siembra de colza, que en un 90% se exporta a Francia para producir aceite dado que allí no carga con mala reputación, se duplica en los últimos tres años y tiñe los campos desde hace unos días con una explosión dorada. Motivo de paseos y selfies

Todo al amarillo - Foto: Christian Castrillo

Los campos han explotado en los alrededores de la ciudad. Es una bomba amarilla que se ha detonado a lo largo de las últimas dos o tres semanas, que contrasta brutalmente con el verde de otras tierras de labranza y el azul del cielo y que regala la vista a los urbanitas que, ahora más que nunca, pasean o ruedan en bici a falta de otras alternativas de ocio más convencionales.

Es colza, una planta oleaginosa que ayuda a la rotación de cultivos y que a lo largo de los últimos años no solo decora el paisaje sino que, principalmente, ofrece una buena rentabilidad a los agricultores que apuestan por ella. O al menos así se desprende de las superficies sembradas en los últimos tres años a lo largo y ancho de la provincia de Burgos.

Según datos del Servicio Territorial de Agricultura de la Junta de Castilla y León, si en 2018 se utilizaron 2.397 hectáreas de secano y 168 de regadío, en la campaña de 2020 pasaron a 5.062 y 191 respectivamente. Aún no hay cifras disponibles respecto al año actual que permitan sacar conclusiones definitivas pero la administración apunta: «Los avances provisionales son valores ligeramente superiores a los del año pasado».

Contra lo que sugiere la leyenda urbana que siempre se ceba con los mitos de la PAC, el cultivo de la colza no tiene ni más ni menos ayudas que el resto de oleaginosas, como puede ser por ejemplo el girasol, «pero es un excelente cultivo para incluirlo en una alternativa de rotación de cereales», explican desde la Junta.

(Más información y fotografías, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)