La Hermandad del Santo Sepulcro ha vuelto a protagonizar uno de los actos más solemnes de la Semana Santa burgalesa: el traslado del Cristo Yacente, a hombros de varios hermanos, desde el interior de la Catedral a la plaza de Santa María, que estaba rebosante. 

El acto es sobrecogedor en sí mismo, pero también por las particularidades de la hermandad, que es una de las cofradías más antiguas de la capital. Se fundó en 1927 y, desde entonces, sus integrantes han vestido igual: túnica cruda y capa, cíngula y capirote de color morado, con guantes negros. Es responsable del traslado del Cristo que esculpió Francisco Font a principios del siglo XX y única por varias razones: solo admite hombres mayores de edad y hace décadas que fijó el número máximo de integrantes en 33, en alusión a la edad de Cristo cuando murió en la cruz.

Procesiona desde su creación, pero el traslado -«acto de respeto a Cristo muerto»- es bastante posterior. Hoy, con una tarde esplendorosa, ha seguido el programa establecido. Comenzó a la hora en punto (19.15) en la capilla del Espíritu Santo de la Catedral y, mientras varios de los hermanos del Santo Sepulcro cargaban a hombros la imagen, sangrante, los estandartes y priores del resto de agrupaciones penitenciales de la capital los han escoltado a lo largo del Claustro Alto y de la nave derecha hasta la plaza de Santa María, con las cámaras de Televisión española lo grababan desde todos los ángulos posibles.