A la espera de los altares

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Se han cumplido 30 años desde que Marta Obregón fuera víctima de uno de los feminicidios más brutales de la ciudad. Con su 'causa' en Roma, la diócesis sigue trabajando para que sea beatificada porque sostiene que salvaguardó "su castidad"

Marta Obregón.

El año 1992 comenzó traumáticamente en Burgos. El 21 de enero la estudiante de Periodismo Marta Obregón, de 22 años de edad, desaparecía de su casa. Seis días después su cadáver era encontrado en Villagonzalo Pedernales. Un escalofrío recorrió toda la ciudad, que se volcó en despedir a la chica y arropar a su familia, y que tuvo que esperar diez meses para que la Policía diera captura a su asesino, Pedro Luis Gallego, mejor conocido como 'el violador del ascensor', que comenzó negando su participación en el asesinato hasta que las evidencias fueron tales que terminó con sus huesos en la cárcel. Este individuo, que tenía a sus espaldas varias violaciones y la muerte de otra joven, se negó en todo momento a hacer la formación que en la cárcel se destina a los depredadores sexuales y fue puesto en libertad en 2013 como consecuencia de la doctrina Parot. Poco duraría en la calle. En 2017 volvió a ser encerrado y dos años después sería condenado casi a un siglo por tres agresiones sexuales -dos de ellas realizadas de manera continuada-, dos delitos de detención ilegal, dos de lesiones y otros dos de robo con violencia.

Cuando Marta tuvo la mala fortuna de cruzarse con este asesino era una prometedora joven a la que le encantaban los medios de comunicación, de tal manera que quería desarrollarse profesionalmente en ellos, amaba la música y tenía una notable fe religiosa que había desarrollado en diferentes grupos. Este último aspecto y el hecho de que su asesino no consiguiera consumar la violación que pretendía, empujó a la diócesis en 2007, 15 años después de su muerte, a iniciar su proceso de beatificación. Fue el arzobispo Francisco Gil Hellín, quien encargó al sacerdote Saturnino López Santidrián, que en adelante asumiría la figura del 'postulador', que iniciara todo el proceso.

En junio de 2011 en un acto jurídico celebrado en la Facultad de Teología de Burgos se dio el pistoletazo de salida del periplo que se pretende terminar con Marta Obregón en los altares en calidad de mártir por su defensa de la castidad, tal y como ha sostenido desde el principio la Iglesia Católica. El arranque de aquella cita, de hecho, fue la lectura de un pasaje bíblico sobre el sentido del martirio. Durante todo el proceso, que aún dura, a la joven gallega -que estaba afincada en Burgos por el trabajo de su padre- se le ha comparado, incluso, con Santa Inés, de quien se cuenta que fue sentenciada a vivir en un prostíbulo del que salió virgen ya que el único hombre que se acercó a ella con lúbricas intenciones cayó muerto a sus pies.

Alrededor de la conservación de la virginidad de Marta Obregón en tan terribles circunstancias se ha construido el relato que pretende llevarla a los altares. En la web de la archidiócesis de Burgos existe un enlace para recaudar fondos con los que hacer frente a los gastos que van a conllevar las gestiones en Roma, ya que en enero 2019 concluyó la fase diocesana de lo que la Iglesia llama Causa de Beatificacion de la Sierva de Dios Marta Obregón Rodríguez y toda la documentación, que se compone de más de 800 folios, fue remitida al Vaticano. "En la etapa romana va a ser preciso afrontar desembolsos significativos inevitables, inherentes a los trámites que conlleva la causa", se puede leer en la página.

Retraso y optimismo. El postulador, Saturnino López Santidrián, sigue siendo optimista sobre el futuro de esta iniciativa, a pesar de que reconoce que se ha retrasado sustancialmente debido a la pandemia que se extendió por el mundo un año después de que los papeles de Marta Obregón llegaran a su destino. Tal es así, que explica a este periódico que sigue habiendo "mucha gente interesada por esta cuestión en Roma y en otras ciudades; hace un tiempo hicimos una conferencia on line a la que se sumaron 800 personas, más de la mitad procedentes de distintos puntos de España". No le da mucha importancia al tiempo transcurrido y recuerda que el proceso de Valentín Palencia duró 17 años.

Es la abogada argentina Silvia Correale, la primera mujer postuladora en el Vaticano, la que se está haciendo cargo de defender la causa de Marta Obregón e impulsando, entre otros aspectos, que se valoren como pruebas de la santidad de la joven las declaraciones de 50 testigos que aportan su opinión sobre la fama que la precede en este sentido y que han sido puntualmente remitidas a Roma con el resto de la documentación.