A pesar de que los carteles de 'se alquila' o 'se vende' se suceden por muchas calles de la ciudad, la actividad comercial sigue adelante y los empresarios avanzan en un camino que, precisamente, no es de rosas. Un ejemplo se encuentra en el casco histórico de la ciudad, donde la asociación de comerciantes Centro Burgos vigila con atención el movimiento de locales. En el último año ha contabilizado hasta nueve nuevas aperturas, mientras que continúa el cambio de ubicación de negocios motivado en su mayoría por las dimensiones de las lonjas o por dar el salto a calles que se encuentran en primera línea.

La propia agrupación empresarial se muestra sorprendida por este dinamismo, teniendo en cuenta las graves consecuencias que la pandemia ha tenido en el sector y la crisis energética actual. De hecho, su gerente, Belén Marticorena, reconoce que el pensamiento inicial iba en sentido contrario por la «ralentización del consumo» en un sector al que, a diferencia del hostelero, «le cuesta más recuperarse». La justificación a esta evolución favorable pasa por que «los comerciantes han sabido gestionar muy bien sus compras de género», además de acumular experiencia y clientela en el caso de los que han optado por otra localización.

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