Plaza Mayor

MARTÍN G. BARBADILLO
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"No está en el top 10 de las más bonitas de España, y posiblemente tampoco en el top 50. Los edificios que la conforman no son renacentistas ni barrocos, por contra, impera el tutti frutti. Además, hay que tener en cuenta que lo ha pasado muy mal"

Plaza Mayor

¿Qué es? Pocas veces un nombre define un concepto con tanta precisión. Se trata, obviamente, de la plaza principal de la ciudad, al menos en teoría.

Edad. Como poco cinco siglos largos la contemplan. Fue mercado ya en los tiempos de los Reyes Católicos. Colindaba con la muralla y en el actual ayuntamiento se ubicaba la Puerta de Carretas por donde entraban los carros a vender. En el siglo XVIII se configuró tal y como se ve en la actualidad: se construyó el consistorio y se plantó la estatua de Carlos III, de la que hablaremos luego.

¿Cómo es la plaza? Vamos a empezar con un arranque de sinceridad: no está en el top 10 de las más bonitas de España, y posiblemente tampoco en el top 50. A diferencia de muchas plazas mayores del país, y plazas de armas de América Latina, no tiene planta cuadrada, que es la que da caché. Los edificios que la conforman no son renacentistas ni barrocos, por contra, impera el tutti frutti. Son construcciones de finales del siglo XIX y principios del XX de estilos variados. Descansan sobre soportales con arcos en los que es agradable caminar y dejan un gran espacio en medio.

Bueno, no está tan mal. Claro que no, es un punto diáfano en plenísimo centro en el que pasear y encontrarse. Además hay que tener en cuenta algo: la Plaza Mayor lo ha pasado muy mal.

¿Cómo? Lleva años en busca de su identidad. Digamos que todavía no sabe qué quiere ser, precisamente, de mayor. En algunas fotos antiguas aparece cubierta de árboles y jardines; en otras posteriores, llena de coches aparcados... A principios de este milenio, se realizó un proyecto integral para darle un buen meneo: se colocó un suelo rojo, farolas futuristas y una peana de vanguardia a Carlos III: era como una viga de hierro vertical, otra horizontal encima y, sobre ella, la estatua. A mí me gustaba.

Pero ahora la plaza no está así. Eso es. Cambió el gobierno municipal y deshizo el camino. Les parecía demasiado moderno y además el suelo daba problemas constantemente. Ahí fue cuando entró en el diccionario burgalés la palabra clínker, que eran los adoquines conflictivos que se colocaron. La peana también desapareció en favor de otra más clasicona.

Entiendo. Pero no parece que la historia tenga fin. Recientemente se cambió de nuevo el pavimento, que está en reparación o sustitución permanentemente. Digamos que si existiesen psicoanalistas de plazas, la de aquí debería tumbarse en el diván de uno.

¿Qué se puede hacer en la Plaza Mayor? Bueno, es el centro y como todos los centros de las ciudades se ha convertido un poco en parque temático: vacío de lunes a jueves, lugar de esparcimiento los fines de semana, aunque con clima favorable se anima siempre. Se puede pasear, es decir, andar por el mero hecho de hacerlo, o también sentarse en los bancos infinitos de mármol (o algo parecido) que instalaron y están siempre que el tiempo es propicio llenísimos de personas mayores. Es posible jugar o correr si eres pequeño, cruzarla varias veces si estás de bares o de compras por la zona... En la Plaza Mayor están algunos de los comercios históricos de la ciudad como la juguetería Chapero, en cuyas lunas están las huellas dactilares de todos los que han sido niños en Burgos en las últimas décadas. Hasta hace poco estaba Santiago Rodríguez, antiquísima librería, hay una farmacia que parece salida de una novela de Galdós, la entrada trasera del Casino... Pero no es un lugar en el que se está sino, más bien, en el que se queda o por el que se pasa. No es como en Salamanca, ni de lejos.

Pero es un punto principal, seguro que se hacen cosas. Por supuesto, aunque solo sea porque es grande y está en el centro acoge múltiples actos: el pregón de las fiestas, el baile diario de los Gigantillos en los Sampedros o el canto de las marzas; es el final tradicional de las manifestaciones en la ciudad; tiene atracciones infantiles en Navidad, y todos los domingos, en una esquina, se junta gente a cambiar cromos. Pero yo en la Plaza Mayor he visto cosas más curiosas.

Por ejemplo... El año pasado, más o menos por estas fechas, fue la sede del festival de música Tribu, todo un fin de semana de conciertos. Plantaron una intervención arquitectónica efímera muy agradable. Fue como recuperar ese espacio para la vida al menos temporalmente. Y he presenciado algo mucho mejor aún.

Cuenta. ¡El espectáculo de los Bordini! Impresionante. Fue seguro hace más de treinta años. Eran una familia de fonambulistas, creo que alemanes, que colocaban unos cables entre los edificios, de un lado a otro de la plaza, a decenas de metros del suelo y luego los cruzaban ¡en moto! Y esto con las medidas de seguridad, por llamarles de alguna manera, de los años ochenta. Imagínate. La gente estaba debajo apiñada y mirando embobada; desde los ojos de un niño aquello era increíble. Recuerdo que después pasaban unos calderos grandes para que el público echase la voluntad. Y la echábamos gustosos.

¿Volverán? Lo veo difícil, pero si así fuese quedamos en la estatua de Carlos III (versión clásica).

Allí estaré.

Si quieres parecer integrado. Como acabamos de hacer, queda con alguien en la estatua de Carlos III.

Nunca, nunca, nunca... Hagas comparaciones, ya lo sabemos.

ARCHIVADO EN: Plaza Mayor, Burgos, Sampedros