Ninguno de los participantes en la negociación colectiva -patronal y sindicatos- ha pasado por momentos tan «complejos» y «extraordinarios» como los actuales. No solo es imposible casar las pretensiones salariales de trabajadores y empresarios con una inflación por encima del 10% sino que, entre una reunión negociadora y otra, el IPC sigue en ascenso, añadiendo más presión a las partes. A esta espiral se enfrentan estos días, y solo en el ámbito de los grandes convenios sectoriales, cerca de 25.000 trabajadores y varios miles de empresas en Burgos, desde compañías de limpieza a transportistas, bodegas, suministros industriales, concesionarios de coches y el comercio minorista y mayorista de la provincia.

Antes de que termine el mes, se han convocado las mesas negociadoras de los convenios sectoriales del transporte, limpiezas, bodegas y distribuidores, el comercio del metal y los otros cuatro gremios del comercio (alimentación, mueble, mixto y equipamiento de la persona). Todos ellos deberían estar firmados y vigentes antes de fin de año, y todos tendrán que pactar unas condiciones laborales para un escenario totalmente incierto y en el que el fantasma de la recesión económica es más que probable.

Como es lógico, la subida salarial es el punto de discordia entre empresas y trabajadores, siendo conscientes ambas partes de que igualar el poder adquisitivo a los niveles que están marcando los precios es prácticamente imposible si no se quiere poner en peligro la viabilidad de las empresas.

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