Las últimas pinceladas

I.L.H.
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Un cáncer impidió a Pablo Labrado inaugurar la exposición que estaba preparando. Su hermana Consuelo lo hace por él en el monasterio de San Juan. En 'Por siempre...' muestra 35 lienzos, entre los que se hallan los más recientes

Al Cid le baja de su pedestal para colocarle en la naturaleza. - Foto: Jesús J. Matías

Llevaba desde 2019, fecha en la que presentó en el arco de Santa María su última exposición, trabajando en la obra nueva que quería mostrar a los burgaleses. Pero la pandemia retrasó un poco las fechas y Pablo Labrado no llegó a tiempo para inaugurarla. «Estaba entusiasmado con el hecho de tener sala. En ningún momento dejó de pintar. En los últimos cuadros, incluso, buscaba mucho más la perfección. Estaba empeñado en que las obras fueran inmejorables a pesar de que la salud la tuviera resentida. El entusiasmo por la pintura no lo perdió en ningún momento», señala su hermana Consuelo. El cáncer se llevó al pintor en febrero, a los 73 años, pero aquí sigue su obra. «Aunque mi ánimo es el que es, tenía que hacer esta exposición. Porque la pintura era su vida, su refugio. Lo era todo».

En el monasterio de San Juan se exponen hasta el 24 de abril treinta y cinco óleos y acrílicos sobre lienzo, de los que una veintena son nuevos. En la muestra Por siempre... Pablo Labrado está la pintura que le representa, aquella que se fijaba en los detalles de una ciudad en constante movimiento: desde una pegatina en el reverso de una señal a las esculturas más pequeñas del templo gótico. Están los paisajes urbanos que se conocía al dedillo: la Catedral desde cualquier perspectiva y época; los paseos verdes por la ribera del Arlanzón, el Espolón o La Isla; la Plaza Mayor y sus reflejos en los charcos; los nocturnos de una ciudad con la gente paseando;los planos generales con el bullicio, el tráfico y las luces o la capital atrapada en su silencio.

Pablo Labrado llevaba exponiendo desde los años 80 y entre su legado están este tipo de paisajes, pero también aquellos cuadros más personales con escenas cotidianas, como un rincón de lectura en el que aparecen dos libros de su hermana: El mar de mi esencia y Desnudando la palabra

Su hermana Consuelo y su ahijado Pablo esperan que la muestra sirva para reconocer su trabajo artístico.Su hermana Consuelo y su ahijado Pablo esperan que la muestra sirva para reconocer su trabajo artístico. - Foto: Jesús J. Matías

También lo son, aunque no están en la exposición, las acuarelas que realizaba en blanco y negro con un toque de color, una técnica que durante algunos años optó por no mostrar en público pero que nunca dejó de practicar. «Esos cuadros me encantan. Pero ahora he preferido darle color a la sala», subraya Consuelo Labrado.

Ella y Pablo vivían juntos y además de hermanos eran amigos y confidentes. Consuelo le ha visto pintar a diario, incluso en la última época; conoce cuáles eran los cuadros de los que le costaba desprenderse, los que se le rebelaban y aquellos que tenían varios significado. «Me gustaría que los que aquí se exponen se vendieran, porque sería una forma de reconocerle su trabajo y labor artística».

En definitiva, Por siempre... quiere ser un homenaje al pintor y al hombre. «Mi hermano como artista era muy grande pero como ser humano era grandioso. Todo el mundo que lo conocía lo corrobora».