Nunca como ahora resulta tan complicado que unos pacientes reciban la dosis que deben tomar de Sintrom. Sucede en Pinilla Trasmonte. Desde que a finales de diciembre les cortaron el cable telefónico de cobre, el sistema analógico de toda la vida, de dos hilos, ha desaparecido. De golpe y porrazo, los teléfonos fijos dejaron de funcionar. Pero no sólo eso. El fax también ha quedado inservible. Y eso complica, y mucho, el día a día de unos cuantos vecinos de esta localidad. Puede que sea una tecnología obsoleta, pero a los sanitarios les resultaba útil para enviar la pauta de este medicamento a quienes viven en el pueblo, que, previa autorización por protección de datos, se acercaban hasta el consultorio médico y recogían la hoja en la que aparece la cantidad de Sintrom que han de ingerir ese mes.   

Sin fax, la odisea está servida. Cierto es que los resultados aparecen en la aplicación Sacyl Conecta. Pero a nadie se le escapa que muchos vecinos, algunos con más de 90 años, como Félix y Cristeta, no disponen tan siquiera de teléfono móvil. Así que esta opción se limita a que los hijos se instalen la 'app' y después llamen a los padres para decirles si deben tomar una pastilla o media. El problema es la cobertura. Al cortar los cables de conexión, los teléfonos fijos dejaron de funcionar. Después, Movistar ha colocado en cada casa un mini router que hace que los fijos funcionen como un móvil de sobremesa. Pero como no hay buena cobertura (siguen con antena 3G), a veces las llamadas no llegan a buen puerto. Ya saben, salta aquello de «apagado o fuera de cobertura». 

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Menos mal que la enfermera se vuelca con los vecinos. Si está en el consultorio les imprime la pauta. Si la dosis llega cuando ella ya se ha marchado, les llama... esperando que haya señal. Al día siguiente les lleva el papel. Y, si no, les toca ir a Lerma. Quien tiene coche, claro.