«Ha sido durísimo, pero repetiríamos»

ALMUDENA SANZ
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Adolfo Cires y José Luis Anaya completan el Budapest-Bamako Rally y entregan material en la escuela Diamond Child de Freetown

Aunque ya hace unas horas que han cruzado la línea de meta, todavía se siente el cansancio en la voz de Adolfo Cires y José Luis Anaya. Los dos burgaleses, en equipo con el danés Erik Kristensen, han terminado el Budapest-Bamako Rally. Y eso, enfatizan, ya es una victoria. La dureza ha dejado en el camino a muchos de los dos centenares de vehículos que el pasado 24 de octubre partían de Tánger (Marruecos) con destino a Freetown, capital de Sierra Leona, meta de esta aventura ante la inseguridad que despierta en los últimos años Mali. Pesan las muchas horas al volante, las pocas horas de sueño, los pinchazos en las ruedas... Pero no se dejan llevar por el desánimo. Gana más la satisfacción por haber completado la expedición. «Ha sido durísimo, mucho más de lo que pensábamos, pero repetiríamos», convienen ambos aún impresionados por la muerte de uno de los participantes en la línea de meta. 

«Nosotros íbamos de aventura, pero la gente venía muy preparada para la competición. El cansancio ha sido físico, pero también emocional. Hemos llegado a conducir 21 horas, a ir por caminos de cabras, a dormir casi en el suelo, se nos pinchaban las colchonetas, hemos atravesado tramos de rocas que reventaban las ruedas, lo bueno es que allí en cualquier sitio te lo arreglaban...», relata Anaya, para quien el verdadero premio de esta travesía fue el alborozo con el que los alumnos de la Escuela de Artes y Cultura Diamond Child de Freetown, puesta en marcha por Seydu, un músico sierraleonés afincado en Madrid, recibieron el material que habían acarreado desde Madrid y que esperaban desde la pandemia. 

«Ha sido precioso. Nos ayudaban, nos abrazaban... Parecíamos los Reyes Magos», apunta Anaya y añade Cires como nota curiosa que cantaron con ellos el himno del Burgos CF. «Tenemos 450 chavales más animando a partir de ahora», anota sin dejar de advertir la felicidad que irradiaban pese a la precariedad de las instalaciones. «Ellos estaban alucinados con que un coche de rally los visitara». 

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Los alumnos de la Escuela Diamond Child de Freetown los recibieron con alborozo y los enseñaron las instalaciones.
Los alumnos de la Escuela Diamond Child de Freetown los recibieron con alborozo y los enseñaron las instalaciones.
Pese a las muchas vicisitudes en el camino, como el día que el coche dijo basta en Mauritania, los tres expedicionarios consideran una victoria haber alcanzado la meta.
Pese a las muchas vicisitudes en el camino, como el día que el coche dijo basta en Mauritania, los tres expedicionarios consideran una victoria haber alcanzado la meta.
La experiencia fue durísima, pero no dudan en afirmar que repetiríamos.
La experiencia fue "durísima", pero no dudan en afirmar que "repetiríamos".

El mismo Toyota que durante 8.000 kilómetros ha transportado balones, equipamientos, una canasta, toldos y hasta un generador de gasolina. Este exceso de carga, precisamente, ha sido el responsable de buena parte de sus contratiempos, pero aseguran que ha valido la pena. Como lo ha hecho la experiencia en su conjunto, los ánimos de familiares y amigos desde Burgos (las hijas de Anaya han sido las mejores community manager), los dispares paisajes y culturas por las que han atravesado... y los ratos compartidos con los compañeros, que los han hablado de nuevas aventuras a las que ya buscan hueco en su agenda.