Otra generación que se ha ido

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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A los burgaleses Pello Iturain, Pablo Ayala y Víctor Pinillos, que se forman para ser médicos en las universidades de Valladolid y Salamanca, les hubiera encantado estudiar en Burgos

A la izquierda, Pablo Ayala y Pello Iturain, que estudian cuarto en Valladolid. A la derecha, Víctor Pinillos, en la Facultad de Medicina de Salamanca. - Foto: Leticia Pérez

Pello Iturain García, estudiante burgalés de 4º de Medicina en la Universidad de Valladolid, tiene la misma opinión que muchos médicos con muchos años de experiencia al respecto de la oferta académica existente para estudiar esta disciplina y lo que ocurre con la falta de profesionales. Y la expresa de la forma más franca: «Creo que facultades de Medicina sobran pero también es cierto que en el caso concreto de nuestra comunidad solo hay dos y abrir una más y que fuera en Burgos estaría muy bien. Pero no es solo cuestión de poner el grado, aprovechar el tirón que tiene, que dé prestigio a la Universidad y llenar todas las plazas, sino que ha de estar bien planteado, con un buen plan de estudios y unas prácticas buenas. Por otro lado, está el embudo que se forma cuando la gente termina, por lo que se deben ampliar las plazas MIR». 

A él, que hubiera preferido estudiar en casa «sobre todo por motivos económicos», le gustaría que en ese hipotético caso «fueran las personas de Castilla y León las que se aprovecharan de esa disponibilidad de más plazas y que esto repercutiera en la mejora de las condiciones laborales de los médicos para que estas personas formadas en la comunidad se queden aquí».

Cuenta que aunque valoró otras opciones para matricularse como Bilbao o Salamanca terminó en Valladolid porque no le dio la nota para la capital charra y «Bilbao se nos iba de presupuesto», además de por una cuestión logística ya que los desplazamientos «son muy cómodos». Pello comparte un piso por el que paga unos 200 euros y tanto el alquiler como los desplazamientos y otros gastos (comida, etc) corren por cuenta de sus padres, por lo que él en las vacaciones procura encontrar siempre un trabajo como monitor de tiempo libre que apuntale sus gastos personales. 

«En Valladolid no cabemos todos». Lo ideal para este joven tan responsable es que el grado de Burgos asegurara unas prácticas clínicas buenas, extensas -«que ocuparan un buen porcentaje de los créditos y no las tres semanas que hemos hecho aquí, que me parece ridículo porque es, sin duda, donde más se aprende»-  y que hubiera plazas para todos los alumnos: «Aquí no  cabemos todos entre el Hospital Clínico y el Río Hortega y hay compañeros que se tienen que ir a Palencia. Sé que había un convenio entre el HUBU y la Facultad de Medicina pero no sé qué ha pasado con él. Yo tenía intención de utilizarlo para cursar sexto en Burgos».

Se refiere  al firmado en el año 2009 entre la Gerencia Regional de Salud y la Universidad de Valladolid (UVA), por el que el alumnado de sexto de Medicina podría cursarlo en el HUBU ya que es solo práctico. Entre 2012 y 2018, 33 estudiantes lo hicieron pero en el curso 19-20 se les negó esa posibilidad sin que nunca se haya aclarado el porqué. En enero de 2020 este periódico se hizo eco de las quejas de varios estudiantes burgaleses que ante esta circunstancia, y sin que nadie les explicara nada, se veían obligados a trasladarse a Valladolid y costearse el alquiler de todo un curso. En la UVA se limitaron a decir que no había profesores en el hospital burgalés, extremo que fue rotundamente negado por el centro, desde donde se indicó que había sido la universidad la que había decidido no poner docentes asociados. Mes y medio después llegó la pandemia y el asunto se olvidó con el resultado de que ya nadie estudia Medicina en el HUBU.  

A Pablo Ayala, compañero de clase de Pello Iturain, también le hubiera encantado quedarse en Burgos: «Estudiar lo que te gusta en tu tierra, donde están tus padres y todos tus amigos es mucho mejor que tener que irte a otra ciudad». Él tiene la suerte de vivir en casa de su abuela en Valladolid, pero sabe lo que cuesta un piso y todos los gastos que de él se derivan, por lo que es consciente de que «no todas las familias se pueden permitir mandar a sus hijos a estudiar fuera» y tiene conocidos que se ha tenido que quedar en Burgos haciendo algo que no querían». 

«Un grado pequeño».  Si, finalmente, se aprueban aquí estos estudios, a Pablo le gustaría que fuera un grado pequeño «con no tantas plazas como en Valladolid porque veo que allí igual somos demasiados por curso y la educación así no es tan atenta ni tan personalizada; en cualquier tipo de formación, y quizás más en la nuestra, los profesores te tienen que prestar atención y entiendo que para ellos no es lo mismo hacerlo con 60-80 estudiantes que con 180 o 200 que somos por curso».

Se muestra de acuerdo con él Víctor Pinillos, también burgalés, que estudia 3º en Salamanca: «Estoy a favor de que se implante una nueva facultad en Burgos pero creo que debería hacerse en unas condiciones concretas. El número de estudiantes por clase lo disminuiría para que los estudiantes se vieran beneficiados de estar en grupos más reducidos y de prácticas que sería mucho más instructivas. Al mismo tiempo, el hospital se podría ver enriquecido con estudiantes y las rotaciones podrían ser más largas o por un mayor número de servicios».

Y sobre la falta de médicos, Víctor niega la mayor. Cree que sobran y que lo que faltan son especialistas: «La mayoría de los estudiantes cuando finalizan la carrera se preparan el examen MIR. A día de hoy cada año se gradúan unos 7.600 médicos al año. En la convocatoria de este año se presentaron unos 13.000 y se ofertaban menos de 8.200 plazas. Si aumenta el número de estudiantes que se gradúan cada año, la lista de médicos que no obtienen plaza cada vez será mayor y esto sumado a las condiciones laborales que se ofrecen en España, favorecerá que los profesionales sanitarios se vean obligados a buscar empleo en otros países. Así que la otra opción sería aumentar el número de plazas ofertadas en el MIR».