Un pez muy arropado

I.L.H.
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La despedida y el entierro de la sardina reunió a miles de personas en la edición, probablemente, más concurrida. La guerra y la covid fueron mandadas a la hoguera tras un desfile festivo integrado únicamente por artistas locales

Un pez muy arropado - Foto: Patricia González

Ha sido la tónica de todo el Carnaval y en su despedida no iba a ser menos. Las ganas de reencontrarnos en la calle ha devuelto a la vida a una fiesta que en Burgos a veces resulta difícil de defender. Y no lo achaquen todo al frío -o a su ausencia-, porque el viernes hacía una noche de espanto y la Plaza Mayor estaba llena. En lo único que seguimos como siempre es el número de personas disfrazadas, aunque esa, me temo, es una batalla perdida.

Lo de anoche con la sardina fue todo un espectáculo protagonizado principalmente por aquellos que se acercaron a la Llana de Afuera y los balcones de la calle Fernán González, a los que acompañaron al pez por el centro o simplemente brindaron desde las puertas de los bares por la comitiva que acercaba la fiesta.

Organizado por la Asociación Burgos Centro y Cía con el apoyo de la Concejalía de Festejos, el desfile para despedir a la sardina fue completamente festivo e integrado únicamente por artistas locales. Los Chones, Batubulán, el dj Panchoneta, Los Gurús, Los Famosos y el maestro de ceremonias Efemérides Crisanto (Sito Matía, de Bambalúa) acompañaron de riguroso negro y por ese orden a la sardina creada por la Asociación de Artistas Plásticos de Gamonal.

La sardina ardió este año en la Llana de AfueraLa sardina ardió este año en la Llana de Afuera - Foto: Patricia GonzálezAntes de empezar, desde la Panchoneta se aludió a la guerra y se pidió un aplauso para Ucrania, uno de los países que la sufre en estos momentos aunque lamentablemente ni siquiera es el único. Y tras ese recuerdo, las batucadas y charangas hicieron olvidar lo que era el silencio.

En el otro extremo de la comitiva, Efemérides Crisanto -con algún toque rojo- ponía ritmo discotequero a la noche. Cerrando el desfile, con antorchas, las viudas, viudos y plañideras de rigor cambiaron los lloros por unos bailecitos. Y cada vez que decaían los pasos de baile, ahí estaba ese dj con bastón para recordarles que si no se movían, les iban a calar a mil leguas: «¿Por qué no bailáis? ¡Parecéis de Burgos!», gritaba desde su pequeña carroza musicada.

 

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