Solo 40 sanitarios solicitan atención psicológica en el HUBU

A.G.
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El psicólogo clínico Jesús Sánchez dice que es "una buena noticia" que la demanda haya sido menor de la esperada pero no descarta que pueda crecer más adelante

El apoyo entre sanitarios ha sido básico para mantener alta la moral. - Foto: Luis López Araico

A Jesús Sánchez, psicólogo clínico del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), le tocó trabajar los días 9 y 10 de abril, Jueves Santo y Viernes Santo, justo en el momento en el que más arreciaba la pandemia de la covid-19, en el que todo el país estaba con el alma encogida por los efectos devastadores de la enfermedad y salía a las ocho de la tarde a aplaudir a los sanitarios. "Uno de esos dos días, a las ocho y media de la mañana llamaron a la puerta de mi despacho: Eran dos residentes que necesitaban hablar porque estaban realmente desfondados y con un nivel de desgaste emocional muy importante que ya tenía implicaciones a nivel familiar".

Y es que el HUBU fue el primer hospital de la comunidad autónoma en implementar un servicio específico de soporte psicológico tanto para sanitarios como para enfermos y sus familiares afectados por el coronavirus. Desde el 17 de marzo, el servicio de Psiquiatría, que dirige Jesús de la Gándara, puso en marcha un equipo con los 12 psicólogos clínicos con los que cuenta, coordinados por Sánchez, que han dado respuesta a la demanda que han recibido que, en el caso de los profesionales no ha sido la esperada.

Y es que apenas han sido 40, de momento, los sanitarios que han necesitado este tipo de atención. Con ellos se han realizado 200 intervenciones, entre primeras consultas y sucesivas. "Pensábamos que cuando se suavizara la crisis vendría realmente la repercusión emocional y afectaría a un gran número de profesionales pero no está siendo así. La demanda ha sido menor de la esperada, puntual, esporádica, y en muchas ocasiones los sanitarios no vienen por ellos sino por sus familiares", explica Sánchez, que cree que se trata de una muy buena noticia porque, a su juicio, significa que los sanitarios tienen "cualidades, capacidades, recursos y aptitudes que se ponen en marcha cuando vienen mal dadas".

Otra interpretación que realiza este experto es que está habiendo mucha ayuda y posibilidad de descarga emocional entre compañeros en los diferentes servicios y en el ámbito familiar de cada uno. En cualquier caso, advierte de que no conviene bajar la guardia: "Consideramos que sigue siendo necesaria la atención psicológica por lo que pueda venir, es decir, que haya personas que acusen los síntomas más tarde y, sobre todo, pensando en un posible rebrote de la enfermedad. Nosotros seguimos dispuestos a atender cualquier demanda que se produzca porque quizás tenga que pasar algo más de tiempo para la demanda psicológica. En cualquier caso, es una buena noticia que tengan recursos emocionales para gestionar situaciones tan traumáticas".

Lo que se ha encontrado mayoritariamente en las consultas ha sido sintomatología de estrés agudo, ansiedad, estado de ánimo depresivo "y un cansancio máximo". También le han consultado por familiares, "algunos de los cuales presentaban síntomas obsesivos por la posibilidad de contagio y rituales de descontaminación".

Esta estructura creada en el peor momento de la crisis seguirá en marcha y tanto el propio Sánchez, que atiende en el HUBU, como el resto de sus compañeros, que lo hacen en el Divino Valles, seguirán a disposición de los profesionales.

Colegio de Enfermería. También lo está la psicóloga Beatriz Artola, cuyo servicio ha contratado el Colegio Oficial de Enfermería de Burgos para sus colegiadas. Artola refiere la misma experiencia que Sánchez, es decir, que está siendo menor de la esperada la demanda de atención de las profesionales. "Algunas me cuentan que no habían llamado porque pensaban que tendría mucha demanda pero no está siendo así, ni entre los sanitarios ni entre la población en general. Tengo la percepción de que la crisis sanitaria se ha llevado mejor de lo esperado".

En cualquier caso, relata que las enfermeras a las que está atendiendo le cuentan que sus principales dificultades emocionales tienen que ver con la sensación "de no saber si estaban haciendo bien su trabajo y de querer hacer más por ayudar a sus pacientes". También se ha encontrado con profesionales cuya familia no ha terminado de entender del todo el estrés del trabajo y que estaban agotadas.

Por otro lado, también coincide con Sánchez en que el apoyo entre compañeros ha sido muy importante "aunque también te cuentan que fue duro, sobre todo en los primeros momentos en los que se contrató personal de refuerzo, trabajar con gente a la que no se conocía y no descansar lo suficiente, algo que se solventó una vez se organizaron las cosas".

Pacientes y familias. En cuanto a pacientes, los psicólogos del HUBU han visto a 55, a los que han realizado en total 400 consultas de seguimiento, y a 125 familias con las que se han realizado 800 consultas. "Hemos visto a personas que han estado hasta cien días en la UCI y en estos casos se ha experimentado una euforia vinculada al hecho de haber sobrevivido pero a medida que se acercaban al alta se ha visto más vulnerables por su disfunción física, en algunos estaba muy acusada, y se han ido del hospital con un estado de ánimo bajo, subdepresivo, y mucho temor a retomar la vida y a lo que se iban a encontrar afuera", afirma Jesús Sánchez.

En cuanto a las familias, ha encontrado altos niveles de resiliencia, sobre todo en los casos más graves: "Tengo muy presente un caso que estuvo en la UCI desde mediados de marzo cuya familia ha asumido la incertidumbre con una gran capacidad de adaptación. Hemos visto algo chocante y es que a mayor gravedad, ha habido más estabilidad y motivación familiar y en ningún momento desfallecimiento".