Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Vidas

13/02/2023

Eran los años 80. El sida mermaba la población de homosexuales y consumidores de heroína por vía intravenosa y de heterosexuales, aunque estos tardaron en enterarse dado que eran 'normales', aunque la normalidad, como el estigma, acabó por demostrarse idéntica para todos. Y ahí aparecieron ellos, los movimientos ciudadanos, personas que ayudaban a personas, ciudadanos con sida o sin él que se movilizaron para estar con los más débiles, con los que estaban ferozmente señalados y marginados, y su influencia fue decisiva: llegaban donde no lo hacía la administración y defendían derechos que no se negaban pero tampoco se protegían. El comité ciudadano de Burgos y la casa de acogida La Encina defendieron esos derechos y la dignidad de quienes fueron atrapados por el sida. Y ahí siguen.

Hace 10 años sucedió algo parecido con el virus de la hepatitis C. Ese virus mató a muchos, incluidos supervivientes del sida, pero aparecieron magníficos tratamientos que curaban esa infección pero no se implementaban por su alto coste económico. Los movimientos ciudadanos hicieron su aparición, salieron a la calle, se atrincheraron y obligaron a la administración a financiar esos fármacos que curaban la enfermedad. Sin ellos, todo se habría retrasado y esa intervención salvó muchas vidas. 

Y de eso hablamos, no es de economía, no estamos en los espacios de las ideologías ni en la polarización de la política: señores gestores, responsables políticos, hablamos de salvar vidas porque, si no hacen lo que deben pasarán a la historia con el relato de lo que pudieron y debieron hacer pero no hicieron, con la carga moral de la responsabilidad que no asumieron por su desidia, su ignorancia y quizá, por qué no decirlo, su indecencia, alineándose con el negocio de la salud sin comprometerse con las personas que la pierden facilitando el sostenimiento de la Sanidad Pública que los ciudadanos necesitan. 

En domingo estuvimos en la calle una vez más, les recordamos para qué están donde están. Denunciamos sus mentiras, sus promesas incumplidas, su falta de ética social y política, su desvergüenza en el ejercicio de sus responsabilidades. Denunciamos que su mala gestión, cuesta vidas.