El milenario arte de cultivar

B.D.
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La sala de exposiciones del Teatro Principal acoge hasta el domingo la muestra de Bienal Bonsái Burgos, donde los visitantes podrán contemplar la belleza de 38 árboles en miniatura

La exposición se puede visitar en horario de 11 a 14 horas y de 17 a 21 horas, y el domingo solo por la mañana, hasta las dos. - Foto: Luis López Araico

Tras un año en blanco por culpa de la pandemia, la asociación Bonsái Burgos regresa a su tradicional cita otoñal con los amantes de este arte milenario. Hasta el domingo, la sala de exposiciones del Teatro Principal acoge una interesante muestra con 38 bellos árboles en miniatura, algunos de los cuales tienen más de 150 años de antigüedad.

«Los árboles que conforman la exposición nos han quitado mucho tiempo. Pero también nos han rescatado de muchas zozobras, especialmente durante el confinamiento. Mientras otros cuidaban de nosotros, los amantes de los bonsáis nos afanábamos en cuidar a nuestros árboles, en ese cultivo que es siempre un equilibrio al borde del precipicio», señalan desde la organización. En palabras de José Carlos Castañeda, en esta edición hay ejemplares «espectaculares» y todos ellos diferentes: desde sabinas, robles, tejos y alcornoques hasta una viña con sus racimos de uva. «Creo que va a ser un éxito de público», vaticina. 

En esta ocasión cuentan, además, con dos bonsáis cedidos por el madrileño José Manuel Fontán, considerado un ‘maestro’ por los aficionados a esta técnica y algunos ejemplares del Museo del Bonsái de Villagonzalo Pedernales. 

El arte del bonsái se originó en Asia hace unos dos mil años. Fueron los monjes taoístas de China los que desarrollaron sus técnicas en un contexto sagrado, ya que para ellos el cuidado de estas plantas les conectaba con la espiritualidad de la naturaleza, simbolizando la unión entre el cielo y la tierra.

Los japoneses heredaron la cultura del bonsái, popularizando este arte entre la alta sociedad y la nobleza. La palabra bonsái procede precisamente del idioma japonés, y significa literalmente ‘naturaleza en bandeja’, puesto que las plantas crecen en recipientes, y no en la tierra.

Los preceptos japoneses bajo los cuales se entrena un bonsái se basan en el honor, la virtud, el deber, la paciencia, la humildad, el compromiso, la disciplina y, sobre todo, la constancia. El arte del bonsái requiere la correcta combinación de la mente y el ojo con la destreza de la mano. «Es un arte que requiere sobre todo paciencia, amor por la naturaleza e ilusión. Es muy relajante y al mismo tiempo te permite aprender de botánica, de tierra, de enfermedades... Es un arte vivo», explica José Carlos Castañeda. Desde la asociación, que conforman una decena de miembros, organizan talleres y charlas para dar a conocer esta práctica.