El Desenclavo, multitudinario

G.G.U.
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Cientos de personas se han congregado en la Plaza de Santa María y alrededores para asistir al acto que recrea el momento en el que José de Arimatea recuperó el cuerpo de Cristo crucificado y le dio sepultura

El Desenclavo, multitudinario - Foto: Luis López Araico

Bajo un sol a ratos abrasador, cientos de personas han presenciado -y aplaudido- esta mañana el acto del Desenclavo, que se incorporó al programa hace menos de diez años y que representa en la plaza de Santa María el momento en el que José de Arimatea recuperó el cuerpo de Cristo crucificado y le dio sepultura.

El protagonismo del momento lo acapara la réplica del Santo Cristo de Burgos, que ha sido portada en andas por cinco costaleros de la cofradía de Las Siete Palabras a través de la plaza del Rey San Fernando, Nuño Rasura y Santa Águeda hasta la fachada de Santa María de la Catedral, donde la talla ha sido erguida para que pudiera comenzar la lectura del pasaje de la crucifixión. "Se repartieron mis ropas y echaron a suertes mi túnica", se escuchaba por la megafonía, mientras la imagen de la Virgen de la Consolación se instalaba justo enfrente. 

Una vez finalizada la lectura, los cofrades le han retirado la corona de espinas y los clavos, que se le han presentado a la Virgen en representación "de quienes han sufrido torturas", momento en el que se ha hecho mención a la guerra en Ucrania y se ha apelado a la esperanza de que la humanidad evolucione para bien "y ponga fin a guerras y torturas". A continuación se ha procedido al descendimiento de la talla, que ha sido recostada y trasladada ante la imagen de la Consolación con toda solemnidad, para volver a subirlo después a la puerta de Santa María.

El arzobispo, Mario Iceta, ha cerrado el acto con una breve intervención y, las autoridades y cofrades que han querido han hecho una reverencia ante el Cristo ya yacente, en sustitución del tradicional besapiés, suspendido por la pandemia.